lunes, diciembre 31, 2007

Miedo

Todos tenemos nuestros miedos particulares, el mío, ese que termina por marcar una infancia, era sencillo: nunca fui capaz de recorrer con paso tranquilo el pequeño espacio de pasillo, que separaba el salón de la casa de mi dormitorio, sin mirar con semblante adusto y tembloroso rictus el agujero oscuro que conformaba la habitación vacía de mis padres. Sí, ya sé que un froidiano tendría mucho que decir, pero, háganme caso, no era más que el simple miedo a la oscuridad, a lo que se oculta en ella y que, antes, ha nacido en nuestra imaginación. Una de las conclusiones que he podido medio discurrir después de tantos años de afición, es que el miedo no está fuera, para nada, su origen, su esencia, está bien dentro, en la más profundo de nuestro cerebro.
Podría decir que ya no siento miedo, que la oscuridad no me asusta, y es cierto, salvo alguna que otra vez que vuelvo a la casa paterna y debo recorrer ese trecho a solas, en la negrura, de nuevo.
Siempre fui un chico medroso y asustadizo, de esos que se tapaban la cara con un cojín o se escondían debajo de la mesa cuando Ibáñez Serrador alcanzaba a inquietarnos con sus Historias Para No Dormir, o cualquier filme de terror amenazaba mi tranquila existencia de tímido infante… Y quizá sea por eso al reacción posterior; aquel miedo no era sino un germen de fascinación, y ahora, en lugar de esconderme, busco, busco con ansiedad buenas historias de miedo que me impulsen a esconderme de nuevo bajo la mesa.
Por eso les auguro para el año que entra, nuevas y jugosas entradas, reseñas, comentarios…

Feliz año nuevo
Y para empezar dos recomendaciones:

En cine, vean ‘La niebla’ de John Carpenter. Si es posible la edición especial de dos discos que ha salido al mercado recientemente.
Como lectura, por favor, antes de ir a ver lo que se está dibujando en palabras de demasiados críticos una fallida versión del original…. Sí, antes lean la maravillosa ‘Soy leyenda’ de Richard Matheson.

jueves, diciembre 27, 2007

Historias del señor embajador

—Oye, tío. Que el otro día me leí Sleepy Hollow. Y no veas, tío, qué buena.

—Pero qué me dices. ¿Leer? Dirás ver, tío. La peli rara esa del Tim Burton, la del tío que iba por ahí cortando cabezas.


¿Irreal? ¿Ustedes creen? Les recuerdo que vivimos en un mundo donde la cultura popular ha cambiado de sustrato. Estamos en el mundo de la cultura audiovisual, rápida, efímera y superficial. El esfuerzo de profundización que requiere la lectura a veces es demasiado tedioso y comprometedor… pero a lo que íbamos.

Y lo que quería era hablar de Washington Irving, ese maestro del romanticismo nacido en la vieja Nueva York que cabalgaba entre el siglo dieciocho y el diecinueve; abogado, viajero, periodista, diplomático y sobre todo, escritor.

Un olvidado.

¿Acaso piensan que muchos saben que la historia de la que he hablado al principio es suya? ¿Y mucho menos que fue embajador en España y que escribió un maravilloso libro de historias, mezcla de fantasía y folklore, ambientadas en la Granada musulmana llamada Historias de la Alambra?

Recuerdo, y así puedo parecer un viejo cascarrabias anclado en el pasado, recuerdo digo, esas maravillosas tardes de lectura juvenil en las que el viejo Knickerbocker relataba esos cuentos basados en historias populares alemanas, de tipos que dormían cientos de años y otros a los que un jinete sin cabeza perseguía irremediablemente. Me refiero a sus Cuentos del Antiguo Nueva York, una joya, una auténtica joya poco valorada y recordada excepto por dos de sus elementos.

La fantasía en Irving se desliza con el paso sutil de ese romanticismo más elaborado, menos visceral, ligeras gotas de esencia que perfuman el texto.

Lo dicho, que lean a este autor… y, a pesar de lo dicho, no dejen de ver cualquier película de Burton; él no tiene la culpa de que algunos y algunas piensen que Sleepy Hollow sea obra suya.

jueves, diciembre 13, 2007

Historias Asombrosas

Hace unos meses me quejaba yo de la progresiva muerte de las publicaciones periódicas en papel dedicadas al fantástico, alababa el ímprobo esfuerzo de los valientes que todavía aguantaban el tipo e invertían parte de us tiempo y esfuerzo en ofrecernos un lugar donde encontrar nuevo material, material raro y sangre nueva.
Es por ello gratificante anunciar la salida al mercado de un nuevo proyecto: Historias Asombrosas, una publicación trimestral nacida en el seno de la revista digital SciFiWorld, de la mano de David Mateo (Tobías Grumm), lo cual es sinónimo de que encontraremos calidad, mucha calidad.
La revista saldrá a la venta en enero de 2008, tendrá cien páginas... si asómbrense, cien nada menos, y su precio será tan sólo de 3 euros.
Anímense, adelante... ya tardan en reservar su número.

Ver noticia en SciFiWorld

miércoles, diciembre 12, 2007

Los pájaros, en SciFiWorld

Pues eso, todavía no me han echado a patadas del webzine SciFiWorld.
Esta vez los castigo con un comentario de los míos al respecto de la magistral película Los pájaros.
Ir a artículo

lunes, diciembre 10, 2007

Historias que hacen que uno se sienta bien

Vuelvo a salirme de la tónica de este blog. Nada de terror, de miedo, nada. Todo lo contrario.
John Steinbeck ha sido siempre uno de mis escritores favoritos. Su obra es una perfecta, simple y hermosa conjunción de los elementos esenciales del alma humana, de la vida misma. Pocos como él son capaces de describir la miseria humana y la alegría de vivir con ese acierto y crudeza. Hay en su obra una punto de fatalismo, un punto de amargura, de desconfianza en la humanidad. Y, periódicamente, de vez en cuando surge una especie de rechazo ante esa visión oscura y desarraigada. Como si el autor necesitara una limpieza interna, desembozar las cañerías de la porquería que las recorre habitualmente
Un ejemplo de esa reacción, son sus obras Cannery Row y Dulce jueves, dos joyas literarias que, aunque quizá no estén a la altura de sus grandes creaciones trágicas: al este del edén, las uvas de la ira, la perla... son soberbias a su estilo.
Y es que en ellas late una alegría de vivir espontánea, una forma de ver la vida optimista, da igual que todo huela a derrota, que los protagonistas sean una cuadrilla de perdedores, unos desarraigados. Hasta de la más absoluta desesperación surge o puede nacer el optimismo y las ganas de vivir.
Esta visión vitalista se trasalda a la versión cinematográfica de estas obras: Destinos sin rumbo, donde vemos a un Nick Nolte en un registro extraño a él.
Les recomiendo que busquen, que se hagan con una copia de esa película, que la saboreen con calma.
Cada vez que me siento decaido, cada vez que la vida se me hace cuesta arriba, busco Dulce jueves -Cannery Row, desafortunadamente es casi imposible de necontrar en español- saco unas horas, silencio y disfruto.

Lean o vean...

miércoles, diciembre 05, 2007

Taponazos de champaña

Uno de los formatos con los que más disfruto de las creaciones de terror, aparte de considerarlo el formato por excelencia, es el del cuento o relato, en cualquiera de sus variantes tanto de longitud, como de estilo. Con el paso del tiempo me he ido creando un gusto, ha ido adquiriendo manías que, a veces, en mi magna estupidez, considero directrices, aunque no sean más que excrecencias de eso llamado gusto o inclinación.

Me gustan sobremanera los relatos sobrenaturales de trama lenta, donde la tensión evoluciona, crece y se mantiene. No acaban de atraerme los cuentos experimentales que juegan con los instintos o los rincones oscuros de la psicología humana, aunque hay excepciones maravillosas. Pero, y lo he comprobado al terminar de releer la antología de Martínez Roca, El festín de las máscaras, cada vez me gustan menos esos relatos que basan su poder de seducción en una sorpresa final, sin más; no me llenna por muy imaginativos que sean, por muy elaborada que aparezca su catarsis… son creaciones que me aburren. Es como si el escritor se viera obligado, en casi todos los casos, a compensar su falta de buen hacer literario, su déficit de estilo, sus carencias lingüísticas, mediante un deslumbrante truco final de prestidigitación creativa.

Para ser un buen escritor de terror no sólo hace falta tener imaginación, empuje, pegada, también, como su propia denominación indica, hace falta ser buen escritor. Y eso se demuestra con un manejo del lenguaje, del tiempo, de la tensión, de los recursos estilísticos.

Cuando termino de leer uno de esos cuentos, como yo los llamo, tipo taponazo de champaña: mucho esfuerzo e ilusión para un sonoro taponazo y un trago que solo tiene burbujas, me encojo de hombros, me pregunto qué ha llevado a ese seleccionador a dejar en la cuneta a algún buen escritor, tantas buenas obras, sólo por ese fugaz poder de fascinación de una bengala tan brillante como perecedera.

Manías de viejo lector.

Manías al fin y al cabo, sólo eso.

El retrato de Jennie, en SciFiWorld

No podía dejar pasar la ocasión de homenajear, de una manera u otra, a una de esas películas que conforman la particular lista que uno tiene de preferencias. Se trata de El retrato de Jennie, una aproximación particular, delicada y acertada al mundo de la fantasía... una fantasía particular, casi cotidiana, donde lo romántico se diluye envolviéndonos.
Como les digo en el artículo al respecto en el webzine, atrévanse, consíganla.
El retrato de Jennie

jueves, noviembre 29, 2007

A pesar del virus...

Enfermo como estoy estos días, ese maldito virus que corre por ahí, desaprensivo y jodido..., he intentado leer un poco más de lo normal, cosa que al final no ha resultado demasiado exitosa. Pero bueno, algunos relatos de la recopilación Horror 6 de Martínez Roca han caído. De entre ellos han sobresalido dos: el baúl, de King... y no por su calidad, si no porque resulta que es aquél en el que se basa uno de los capítulos de la fantástica Creepshow, cosa que me ha hecho rebuscar en las estanterías para volver a disfrutar con esa película deliránte. El siguiente se trata de un relato de corte cláscico, con evidentes reminiscencias de Lovecraft y sobre todo, según mi punto de vista de Algernon Blackwood: de Las criaturas del lago, de Bob Leman.
Se trata de un relato pausado, con ese estilo de narración depurado de quien sabe que trae entre manos una historia, repito, de corte clásico, que necesita de un tempo y de una metodología muy precicos. Quizá el terror se muestre elusivo, que no inexistente, pero la calidad del relato hace que esa falta se vea compensada con creces por el goce de la lectura, por el mero hecho de estar leyendo una buena historia, bien contada.
Así que, desde mi infección vírica, dos recomendaciones: Creepshow (sin palabras, se basta y sobra ella misma - abstenerse los que sientan sarpullidos con lo ochentero o no tengan sentido del humor) y ese relato de Leman.

martes, noviembre 27, 2007

Artículo en Scifiworld - el viejo mito del vampiro, renovado

Como cada semana les invito a leer mi artículo en le magazine Sciworld. Esta vez me cemntro en Cronos, la película de Guillermo del Toro, una film donde nos encontramos con un vampirismo muy personal, sencillo e imaginativo.
Ver artículo.

viernes, noviembre 23, 2007

El género literario del montón

Como introducción a mi propia entrada, me permito citar parte de una entrada en el blog de David Mateo, La sombra de Grumm. Lean:

"Hubo un autor que pasó el año anterior por el taller de literatura fantástica que llevo a cabo en Moncofa y le dijo a los niños que escribir terror era un ejercicio sencillo, que puede hacerlo cualquiera y que él no se metía en esos andurriales porque le parecía un género literario del montón. Hoy pienso: coño, que suerte tienen algunos. [...]"

Lo cierto es que a tipos como a ése les propondría el reto de demostrar sus palabras con hechos. Dentro de esos arranques de supuesta lucidez intelectual hay un derroche de desprecio inconsecuente, de desconocimiento, de orgullo mal enfocado. A este señor le respondería que escribir un relato, un texto perteneciente al género del terror, no es diferente de escribir cualquier otra cosa, o se hace bien o se hace mal.
Y es que ya estamos con ese maldito miedo a los géneros, algo que, no sé si estos torpes se darán cuenta cuando abren la boca, es lo mismo que despreciar a la propia literatura. Que nos encontramos demasiados ejemplos de mala literatura, es cierto; que el autor de género puede caer en al tentación de disimular sus falencias estilísticas, sus pocas aptitudes literarias con una serie de trucos sencillos, torpones y efectivos, también es cierto. Pero no menos real es que sucede los mismo en cualquier tipo de literatura,y no escucho a nadie que eleve la voz poniendo a parir a Cervantes, a Torrente Ballester, a Luis Cernuda, a un Marías, a tantos.... por el mero hecho de que diez mil petimetres de la palabra emborronen el haber de la prosa seria con esas nefastas obras que inundan los anaqueles de las librerías. No hagamos entonces lo mismo con un tipo de creación tan válida como cualquier otra. Al César lo que es del César. Si es bueno, entonces hay que reconocerlo, lo mismo con el esfuerzo que haya hecho ese autor.

Claro que, después de haber intentado poner en su sitio a estos pseudo intelectuales de la literatura, los aficionados, los propios creadores de terror también debemos ejercer una seria auto crítica. Hay demasiado ombliguismo, demasiada falta de agallas para poner en sus sitio el material que es basura, para exponer con claridad y rotundidad los defectos que adolecen buena parte de las obras de terror que se escriben en la actualidad: falta de imaginación, nefasto estilo, errores de bulto en la gramática y la composición, repetición de argumentos...

Pero no soñemos, no pensemos que si todos los creadores de género terrorífico fueran una plumas aquilatadas y de calidad las cosas iban a cambiar. La inercia del mundo editorial es demasiado fuerte, la prevención ante el que es considerado el género más menospreciado
seguiría ahí.

Entonces, ustedes podrían preguntar ¿qué solución hay? Y yo les respondería con una sonoro no lo sé; que lo único que podemos seguir haciendo los que escribimos es escribir, hacerlo mejor cada vez. Y que los que leen, sigan leyendo, que lo hagan con seriedad, con responsabilidad: sin amiguismos ni ramalazos, permitan el palabro, fandomitas y endogámicos. Lo bueno es bueno, y de lo malo hay que huir como de la peste.

Y sigan leyendo, den oportunidades a los creadores de terror, porque, al fin y al cabo, lo de menos es el género; es la literatura lo que importa, lo importante es disfrutar de esos maravillosos objetos llamados libros.

miércoles, noviembre 21, 2007

Artículo semanal en SciFiWorld

Esta vez un pequeño panfleto en el que hablo de algunos mecanismos usados en la literatura y el cine para inducir terror.

Ver artículo

Revista Cthulhu

No sé si alguno de mis lectores vivirá en Málaga o en sus alrededores. Si es así, podrá acudir a la presentación de la nueva andadura de la Revista Cthulhu.

Se trata de una revista que centra su contenido de forma preferente en la narración gráfica, sin desdeñar los relatos. A ese respecto me siento orgulloso de que me hayan escogido para aparecer en este número tres, con sabor a número inicial, con uno de mis relatos: El atajo.

Y fuera autopromoción; digamos la verdad, el material que he podido ver es de primera calidad, y si el resultado esta en relación al entusiasmo que los creadores han aplicado en su tarea, entonces podremos disfrutar de una revista espléndida.

Recuerden:

Revista Cthulhu en su nueva temporada en ediciones Diábolo
Sábado 24 de noviembre a las 19:00
LIBRERÍA EN PORTADA CÓMICS (Plaza Mitjana,1. Málaga)

Su blog

En la editorial

martes, noviembre 20, 2007

Cita con Lovecraft

Paladeo con fruición una vieja gloria. De vez en cuando echo mano del ajado ejemplar de Los mitos de Cthulhu, de Alianza editorial, lo abro al azar y me leo alguno de sus relatos. En un arranque de sibaritismo, suelo asociarlo a un buen cigarro, un buen vaso de licor y una pieza musical adecuada a la oportunidad.

Es un libro con historia, de esos que tiene una carga emocional a su espalda. Y es que quizá haya sido con esta obra con la que asomé la cabeza a la literatura de terror de calidad, ya no sólo como mero lector, sino como ejecutante, como creador.

Es peculiar; cuando leemos biografías, prólogos, reseñas… nos encontramos que buena parte de los actuales creadores de terror se han visto influenciados de una forma evidente en sus inicios por Lovecraft y sus ‘acólitos’. A la postre es una influencia que luego se diluye, que se queda como un poso de profundidad, de esos que sólo se revuelven muy de vez en cuando.

Digamos que Lovecraft es un fantástico iniciador. Y al César lo que es del César, se podrá poner en duda su estilo, hasta si nos ponemos muy académicos, su calidad literaria, incluso su definición como escritor de terror, cuando quiza —dicen algunos—habría de ser considerado un creador de fantasía y ciencia ficción; pero lo que jamás se le podrá negar al misántropo de Providence es la extraordinaria influencia que ha tenido, tiene y tendrá en las generaciones de creadores posteriores a él.

Lovecraft tiene ese don de la oportunidad que sólo unos pocos elegidos poseen.

Lovecraft tiene un espectro de edades muy concreto en donde, sea la casualidad, sea el destino, sea la curiosidad, su influencia y fascinación se hacen patentes y definitorias (a un lado y a otro, admiración u odio). Es algo similar a lo que sucede con escritores del tipo de Herman Hesse, Tagore… Durante unos años están ahí, imborrables, adorados; para luego irse diluyendo. Incluso aparece un estadio en el cual quiere surgir un germen de reniego, de negación, de desapego: uno encuentra cosas nuevas, acomoda su gusto… pero a la postre el reconocimiento, el agradecimiento se mantiene.

Gracias, viejo loco, gracias artista de lo sobrecargado, de lo barroco, de lo numinoso, horrible y reptante.

Y gracias a la Editorial Alianza. Si no hubiera sido por ella, muchos de nosotros, aquellos que ya pasamos la treintena, no hubiéramos tenido la oportunidad de encontrarnos frente a frente al Maestro. Una labor que han tomado con renovado interés nuevas editoriales, aunque para muchos de nosotros, aquí en España, Lovecraft seguirá teniendo ese olor a libro de bolsillo desgualdramillado de tantas lecturas alocadas.

Recomendable es, además de la lectura de sus relatos, y de los escritores de su círculo, la de la biografía de Sprague Le Camp que Valdemar ha reeditado en bolsillo.

Si estás leyendo esto, no has conocido a Lovecraft, y te interesa, mi recomendación es que vayas a una librería cualquiera, compres Los Mitos de Cthulhu, una colección de relatos del autor de buena parte de su círculo de admiradores, seguidores y acólitos; cojas libres un par de noches y te encierres en un cuarto oscuro, con la luz de la lámpara bien suave, a leer, a dejarte atrapar, a soñar y a pasar algo de miedo.

Por cierto, y esto es un añadido posterior que corro a poner entusiasmado...

Valdemar publica el segundo volumen de las obras completas de Lovecraft, casi mil paginitas con todo lo que faltaba para completar su obra propia de ficción completa.... jugoso, jugoso.

viernes, noviembre 16, 2007

Básicos del terror. ¡Te pillé!, de Ray Bradbury.

Todos conocemos Bradbury por su obra de fantasía y ciencia ficción. Pero también hizo sus pinitos dentro del campo del terror con el buen hacer que le caracteriza.
¡Te pille! puede ser calificado como un divertimento menor, sin embargo es uno de los mejores relatos de terror que haya leído. Breve, de lenguaje sencillo, directo, certero: un relato que apunta los miedos más arraigados de una forma sutil pero efectiva.
¿Qué puede hacer que una relación perfecta se tambalee? ¿Un inocente juego del escondite? ¿tu compañera, su sonrisa? Sí eso basta, sobra si se sabe manejar, si se apela al fondo oscuro que se oculta hasta en lo más sencillo e inocente.
Fue en le Hispacón de Sevilla donde surgió la pregunta de qué derroteros podía tomar el actual terror para no encasillares y evolucionar.
Siempre he creído que parte de la respuesta está en lo cotidiano, en saber enlazar el terror a los gestos, a las rutinas, a los objetos y actitudes corrientes: la lluvia, un teléfono, un ordenador, una habitación, una prenda de ropa... cualquier cosa que ya tengamos catalogada en nuestro ser racional como inocente e inofensiva, y a la que podamos, como autores, arrebatar esa condición de inocencia de forma despiadada.
Léanlo, yo lo he encontrado en la recopilación Horror 6 de Martínez Roca, col. gran súper terror.

jueves, noviembre 15, 2007

El virus 'innsmouth' se propaga

Hola, lectores.
Sí, es cierto, hay gente que ha considerado que estos desbarres que amablemente han ido siguiendo en la breve vida de mi blog, me hacen merecedor de ir un poco más allá.
Gracias a David Mateo (Tobías Grumm) a partir de hoy colaboraré de forma periódica con alguna columna, artículo o similar en la revista digital 'SCIFIWORDL'.
Espero no defraudar esta confianza.
El primero de, espero, esta larga lista de dislates está dedicado a la película Los abandonados, de Nacho Cerdá [ver].
Bueno, espero que disfruten.

Les aseguro que la revista es buena, muy buena... y no precisamente porque escriba yo en ella.

lunes, noviembre 12, 2007

Noche cerrada, de Emilio Bueso

Decir que Emilio Bueso es un enfant terrible es una exageración. Decir que tiene muy claro qué es lo que quiere escribir y cómo quiere escribirlo, esa sí es la verdad.

Hay un tipo de literatura de terror actual que se ve influenciada por la narrativa cinematográfica: el peso de la narración lo llevan los diálogos, los personajes son simples, definidos por unos pocos rasgos esenciales y aquello que mejor lo define es su propio comportamiento. Bueso, en Noche Cerrada exprime este modelo al máximo.

Nos encontramos ante una novela de terror de lectura acelerada, de esas que nacen con la intención de no dejar respirar al lector en ningún momento, de asustarlo sin remedio, de enfrentarlo al terror siempre que es posible. Y en casi todos sus capítulos lo consigue.

Tuve la suerte de estar en la presentación de este libro en la Hipacón de Sevilla, y pude escuchar cómo el autor tuvo sus más y sus menos debido a la temática subyacente (el origen del mal, del terror es una fosa común de la Guerra Civil Española). Creo que cualquier crítica a ese aspecto es gratuita. No hay falta de respeto, no hay hipocresía, no hay gratuidad. Se trata de una cuestión de fondo argumental como cualquier otra. Hay algo llamado libertad de reación, y meintras em respeto y la verdad estén ahí, de ecabecera, no nos debemos escandalizar de nada.

El libro es, en términos generales, bueno. Promete lo que da, un buen rato de entretenimiento y terror.

Tiene algunos defectos que espero el autor vaya puliendo conforme gane experiencia. El mayor, quizá, ha sido el final apresurado, muy apresurado, la inclusión en el de un personaje importante en un estadio demasiado tardía de la narración, lo que le quita fuerza, una fuerza que realmente debería poseer, y que debería haber venido apareciendo a lo largo del desarrollo anterior de la trama. Quizá, Emilio, también debiera reconsiderar algunos diálogos en los que los personajes, cual profesores de universidad ofrecen lecciones magistrales de historia y biología. Es lo malo de usar la primera persona y el diálogo como ejes narrativos: hay elementos que necesariamente no casa bien con esa forma de narrar, pero que el autor se ve obligado a hacer aparecer por la completitud del argumento.

Pero no se confundan. Es un libro a tener en cuenta, endiabladamente mejor que algunos de los mamotretos extranjeros que últimamente nos vemos obligados a tragar queramos o no.

La web del libro: Noche cerrada

miércoles, noviembre 07, 2007

Monstruos

Uno de los puntos fundamentales de mi presencia fugaz en la Hispacón de este año, fue la participación en la mesa redonda ‘las tres caras del terror: el monstruo, el asesino y la víctima’.
La discusión, aparte de otros muchos ramales, terminó con una pregunta muy interesante: ¿De alguna forma, es posible revitalizar el fenómeno del monstruo en el terror actual?

Una de las ideas que aparecieron, fue la de que el monstruo, como lo pensamos, como lo enmarcamos, según el molde de nuestras lecturas y visionados de películas, se ha marchitado. Un vampiro, un hombre lobo, un Frankenstein… están, en cierto modo, demasiado quemados. Revisitarlos viene a ser más bien una reelaboración en la que lo que variamos es más el entorno y ciertas condiciones de contexto, en las que, hacemos un doble tirabuzón con carpa y marcha atrás… que a la postre viene a ser un simple salto sobre lo mismo con un lavado de cara.

Sombrío futuro se le presentaba al monstruo, sobre todo, tal y como dijimos, teniendo que luchar contra la figura protagonista del terror en los últimos tiempos: el asesino, asesino en cualquiera de sus múltiples variedades, asesino como, quizá, personificación de el desquiciamiento moral de la sociedad, de la irrupción de lo aleatorio como referente del terror (aleatorio como paralelo de lo que vivimos, cualquiera, en los tiempos que corren, puede ser víctima, sin más, sin explicación racional).

Sombrío digo.

Y sin quererlo, mis últimas lecturas, creaciones, películas, vienen a demostrarme que, en cierto modo, estábamos equivocados. Al monstruo le queda mucha vida además de la del pobre y manido Zombi.

Lectura: el libro de Emilio Bueso, Noche cerrada, donde se revisita la figura del fantasma sin que este personaje nos suene acartonado, falso y acabado. También la revisión de The Ring, el libro, que, lo mismo que dijimos en la mesa redonda, me confirma que a veces el terror, el miedo, se apagan por una simple cuestión social de costumbre; y que un giro, un sesgo en la presentación, una imagen plasmada con los ojos de otra cultura, aunque de fondo posea la misma esencia —un fantasma made in japan— puede asustarnos mucho más que su homónimo occidental sólo por al diferente forma de verlo que ellos, dicha cultura, posee y nos transmite.

Película: y es el origen de esta entrada:
Los Abandonados, de Nacho Cerdá, donde la presencia de un monstruo muy olvidado en la creación contemporánea, muy usado en la época romántica, devuelve a una simple historia de aparecidos, de casas encantadas, una fuerza y una capacidad de asustar como hacía mucho que no veía: el doble.

ES de agradecer que de vez en cuando se nos recuerde algún elemento a medio olbçvidar de nuestro acervo mítico

Gran film. Sobrecogedora en su simplicidad, aterradora aún cuando (supongo que el director lo pone ahí a conciencia, a drede) sea en algunos momentos previsible, y creo que su fuerza reside a veces en esa previsibilidad, sugerente técnica para crear la ansiedad necesaria proemio al miedo, al escalofrío.

Escritura: el próximo relato que aparecerá en una revista (ya les diré algo concreto en su momento) escrito por mí… una revisión que hacía años que deseaba hacer sobre el mito del ‘coco’.

No, el monstruo no está muerto, está esperando que encontremos su paradigma moderno… ¿el zombi? Podrían decir algunos. No creo, apenas posee ya fuerza,y la poca que le resta viene dada por los efectos que le rodean, por el rizo en el argumento, no por el ser en sí.

Conclusión… el monstruo no ha muerto. Siempre formará parte de nuestra herencia psicológica e inconsciente. Siempre será un mecanismo para dar miedo, para crear angustia, como símbolo de lo diferente, de la maldad subyacente, del mal inconsciente… de la fealdad moral trasplantada a lo físico. El monstruo revivirá en otras formas.

Recomendación: Los abandonados, de Nacho Cerdá…. Demostración de que el cine de terror patrio está muy vivo.

Agradecimiento… a David Jasso por machacarme la cabeza para ir a Sevilla, por su ofrecimiento de participación en la mesa redonda, por soportarme…

martes, noviembre 06, 2007

En la Hispacón... un resumen

A pesar de las dificultades, al final, gracias a unos buenos amigos que nos llevaron, logramos ir para Sevilla mi mujer y yo.

Todo comenzó con la presentación del libro Desde el taller: una recopilación de relatos escritos por los compañeros del taller de escritura Taller_7_CCF. Alfredo Álamo, Inma y yo mismo mostramos a todos quisieron vernos el buen resultado que se obtiene con una fórmula de trabajo, seria y eficaz. Por fin pude ver el libro, palparlo... una sensación única.
Es una lástima que no se distribuya en España, pero animo a mis lectores argentinos a hacerse con un ejemplar. Recuerden Ediciones Desde la Gente: 'Desde el taller'. Y recuerden a la gente de ese taller, daremos que hablar


(Como colofón, Sergio Gaut vel Hartman, alma mater del taller, ganó el Ignotus en la categoría de mejor ensayo... enhorabuena: merecido, muy merecido)

Posteriormente, a la carrera, llegue al segundo de los actos: la mesa redonda junto a David Jasso, Alfredo Álamo, de nuevo e Ismael Martínez. 'Las tres culturas del terror: el monstruo, el asesino y la víctima'. La verdad es que sólo diré que fue una experiencia única, y sobre la que ahora no me extenderé, puesto que los temas que allí se trataron, son susceptibles de dar material para nuevas y enjundiosas entradas.

Luego, junto a la presentación del libro del taller, aquello que me obligó a ir a Sevilla:
La presentación oficial del proyecto NOCTE, La Asociación Española de Escritores de Terror.
Sí, al fin, parece que el proyecto se lanzó al ruedo. De nuevo junto a David, Alfredo, Ismael, Emilio Bueso, Juan Díaz Olmedo y algunos amigos más (aunque faltara Santi Eximeno) , pudimos gritarle al mundo, a la afición, a los frikis, aficionados, editoriales y humanidad en pleno, que vamos a abrir camino, que vamos a intentar sacar de su pozo a la literatura de terror... en posteriores entradas de este blog les iré informando.

(Ismael, yo mismo, Alfredo, David, Emilio y Juan)

Por último y no por ello menos interesante, acudí a la presentación del libro de Emilio Bueso, Noche cerrada. Del que pronto espero poder darles cumplida noticia y crítica. Aunque a primera vista es más que recomendable el arriesgarse a comprarlo y leerlo.

Una jornada inolvidable a pesar de la velocidad con la que todo transcurrió. Una jornada en la que puse cara a muchos amigos, conocí a nuevos y me sumergí un poco más en este peculiar universo, me inflé a Manzanilla, pescaito y samorejo.

Antes de despedir esta entrada, agradecer a mis amigos Ana y Raúl el habernos llevado a Sevilla en una buena paliza de conducción, su compañía alegre y su amistad.

Y sobre todo un beso a mi pequeña gran mujercita, paciente, comprensiva... siempre ahí al lado. ¿Qué haría sin su confianza y apoyo?

Qué tierno....

jueves, octubre 25, 2007

El orfanato

La película es excelente, eso es innegable. Nos encontramos con un a ópera prima que no parece tal. Sin embargo, y aquí debo puntualizar, como película de miedo, de terror… película para aterrorizar, se queda un poco escasa, limitada a unas pocas escenas muy bien llevadas.
Y es una lástima, puesto que se le podría haber sacado mucho más partido a ese respecto.
Supongo que, como en muchos casos, todo se debe a la necesidad de hacer comercial el resultado, comercial en el sentido de acercarla al mayor número de espectadores, no a un conjunto limitado de aficionados al género. Por supuesto, es algo respetable.
Pero, siempre ese pero: ¿Qué magnífica película de terror, de terror de verdad, hubiéramos disfrutado?
El problema, que se repite en demasiadas ocasiones, es el de la pérdida de la tensión. El director, el argumento, crean una serie de escenas entroncadas de forma impecable, escenas de tensión en aumento, que finalizan en un clímax de miedo, espanto o susto, dependiendo de la situación… para posteriormente, en un ejercicio de, no sé si llamarlo irresponsabilidad, inexperiencia, apagar de golpe esa fuerza, devolviendo al asiento al espectador como si nada hubiera pasado.
Y en una buena película de terror la tensión es una propiedad que no se debe eliminar, que no se puede apagar, debe estar ahí, de fondo, omnipresente , creciendo a cada escena, sin piedad.
Ejemplos de este hecho (quienes no hayan visto la película absténganse).
Primero:
Su final. Parece como si hubiera tenido temor ante un corte que nos deja con la crudeza a flor de piel, sin más, sin conmiseración; y hubiera sido necesario descafeinar un poco la cosa (¿concesión a la comercialidad?)
Otro:
El error de pretender dar una explicación a lo sobrenatural, a ciertos sucesos. Siempre he dicho que en cualquier relato de terror sobrenatural, los hechos deben suceder, sin más; es así como ejercen su labor de desestabilización, su labor de espanto y escalofrío. Pretender añadir un aditamento racional, esa ventana a la posible explicación, no hace otra cosa que enfriar el ambiente, suprimir la tensión.
Hay dos obras en las que esto que digo se palpa:
La guarida, de Shirley Jackson; frente a La casa infernal, de Matheson. La primera deja las explicaciones, la búsqueda de la verdad, de lado, obteniendo un resultado terrorífico en cada capítulo; mientras que la segunda sólo alcanza esos niveles de miedo cuando lo racional se desintegra, cuando se pierde de vista la afición del autor por la investigación paranormal.

La visión, la lectura de una historia de terror, de miedo sobrenatural es un acto que se ejerce con los niveles de conciencia dominados por el instinto, por lo visceral, con la racionalidad constreñida en un segundo plano. El miedo entra a través de los sentimientos y las emociones; el miedo es empatía.
Cuando penetra lo racional, cuando le abrimos esa puerta, entonces los niveles de atención emocional se diluyen, dando el predominio a lo intelectual: una campo yermo para la generación de esa emoción llamada miedo.

Pero no nos equivoquemos. Es una magnífica película con una magnífica dirección y una actuación de la protagonista y el niño impecables e inolvidables. Una película que espero tenga suerte en su viaje a la meca del cine. Una película que abra puertas a la confianza en la capacidad creativa de nuevos directores.

Vean, vean... y no pierdan de vista a su hijo jugando con el amigo invisible.

jueves, octubre 11, 2007

Calcomanías

Uno de los extremos que más daño le causa a la ficción terrorífica, a mi parecer, es la inevitable repetición de temas; una repetición que apenas aporta novedad, una repetición en la que, con las consignas de que, lo que ha gustado seguirá gustando, o que, lo que ha vendido, seguirá vendiendo, nos lleva a una desesperante espiral de más de lo mismo.
Quizá sea que el fenómeno fandom, friki, fan… como quieran llamarlo, con esa compulsiva necesidad de consumir más y más de lo que uno le gusta, obsesiona o agrada, el que alimenta esta tendencia hacia la calcomanía.

Vampiros, monstruos, asesinos, casas encantadas… patrones trillados, sin renovación, sin una nueva visión, un sesgo que, aunque mínimo, las reactiven y no las deje como una mera reinterpretación más o menos afortunada.

Sin embargo a veces, en algún campo, surge una obra que parece llevar la contraria a esto de lo que estoy hablando. Voy a centrarme en el del cómic, en dos obras,:una nueva y otra algo anterior.

Primero, la serie Treinta días de noche, de la que en breve va a aparecer una versión cinematográfica: una visita al mundo de los vampiros diferente, imaginativa. Los tres tomos que la componen, ya lo comenté en una vieja entrada, son magníficos. Aquí tenemos un esfuerzo por mostrar algo distinto, trabajado.

La más reciente se trata de Lurkers (Norma, colección Made in hell), de Steve Niles y Héctor Casanova, un cómic de zombis, necrófagos, o como quieran llamar, en la que los autores se salen de la línea común que define a estos seres fantásticos. Donde los patrones que los definen son reelaborados con elegancia y eficacia, mostrándonos unos seres escalofriantes a su manera. La verdad es que cuando lo releo termina sabiéndome a poco, termina haciendo que pida más, que los creadores tengan a bien extenderse más, profundizar, darme algo más de ese universo, de esa visión del terror.

domingo, septiembre 30, 2007

Nueva publicación

Esta vez en NGC 3660.
Se trata de Naúfrago, una incursión en le Ciencia Ficción. Un relato que sin todos mis compañeros de Taller CF 7 no hubiera salido del cajón virtual
Gracias a todos

Básicos del terror: La lotería, de Shirley Jackson

Hay depredadores que esconden su esencia asesina, que la diluyen y mimetizan para darse un aspecto confiado e inofensivo. Se ponen a tu lado, te acarician, te embriagan y aturden con un ritual exquisito y sutil. Quizá intuyes algo, una parte de tu ser, íntima, te previene, te llama a huir, pero el poder de seducción de esos ojos es sobrecogedor, intratable. Cuando te has dado cuenta, ya es demasiado tarde, su abrazo mortal ha hecho presa en ti; sientes una laceración, un postrero pinchazo de infinito dolor. Luego la negrura, el vacío.
Este relato de Jackson actúa a así. Te arrulla, te fascina, te dejas llevar por su ritmo pausado y bucólico. Pero sabes que es un relato de miedo, sabes que el germen de lo maligno anda suelto, se esconde ahí, entre esas frases inocentes, tras esas imágenes inofensivas. Llega un momento en que crees intuir por dónde va a venir el abrazo de sobrecogimiento... sí, una vaga penetración en el futuro.
Y cuando llega, te sacude; la conmoción tarda en penetrar con todo su vigor, pero ya está dentro de ti; te ha cogido.
Respiras. Te permites una sonrisa: una sola sonrisa fría de reconocimiento, de admiración.
Es lo que tiene leer un buen, un magnífico relato.
El terror se esconde en la mayor de las inocencias, el terror bulle y germina en cualquier situación, hasta en la más casual de las acciones.

Lean, lean... y cuidado con los juegos de azar

jueves, septiembre 20, 2007

El color que cayó del cielo... en Perú

A veces la ficción, se adelanta a la verdad, no sólo en cuento a las posibilidades de futuro se trata, sino, a veces, en cuanto a las sorpresas que la naturaleza puede darnos… amargas sorpresas.

¿Quién de los aficionados a la literatura de terror no ha leído el relato del maestro Lovecraft El color que cayó del cielo? Se trata de uno de los más famosos y, para algunos, de los mejor trabajados del autor de Providence. ¿Y Quién no se ha sorprendido al leer en la prensa, estos días, las noticias sobre la caída de un meteorito en el Perú? No hablo de la caída en sí… y eso que ha sido espectacular —basta ver las imágenes del cráter, ese acercamiento visual a los misterios del espacio—. Hablo de los sucesos posteriores

Lean en el diario El mundo:

Noticia

Cefaleas, vómitos, diarreas… todo el que se acercaba al cráter terminaba infectado por un tenebroso mal.

El misterio nos rodea, la imaginación, en su vertiente más oscura y descabellada, puede acertar en su desvaríos, acercándonos a una realidad menos amable, más vertiginosa, desconocida, que acecha…

Coman, duerman, vivan... y de vez en cuando miren al cielo; sí, miren.

viernes, septiembre 07, 2007

De lo sobrenatural y de lo humano en el terror. Reflexiones a vuela pluma

Dándole vueltas a la mollera, tras haber leído el libro Horror 7 de Martínez Roca Gran Super Terror, me di cuenta de lo mucho que me gustaba el terror de corte sobrenatural. Y de ahí a ponerme a pensar en porque no me gustaba tanto ese otro, el que tiene al propio comportamiento humano como origen y protagonista, sólo pasó un minuto, más o menos.

Claro, a veces uno termina por descubrir que, en realidad, dicha animadversión es una supina estupidez. Porque al final lo que importa es la calidad, y un buen terror que no contenga elementos sobrenaturales, con una buena trama, un enfoque original, un lenguaje hermoso… entonces pasa a ser un buen relato, a secas, sin más: algo que merece la pena leer y disfrutar.

Claro, entonces ¿Por qué ese distanciamiento? La respuesta es clara. De la misma forma que el terror sobrenatural es un campo abierto y fértil, un campo donde las nuevas ideas nacen con relativa facilidad puesto que todo vale; el otro terror, aquél que protagonizan los actos humanos puros y duros, sus deseos, sus fobias, sus desequilibrios: ése es un lar trillado, un campo en el que la semilla se enfrenta a una tierra dura, pisoteada. Allí el agricultor tiene que esmerarse para no obtener otra simple, chusca, desagradable zarza más, puesto que en él sólo suelen nacer zarzas y más zarzas —psicópatas, sociópatas, monstruos, desequilibrados, asesinos más o menos cultos, más o menos exquisitos, más o menos sangrientos, deformaciones de la naturaleza… todos iguales con ropajes distintos—, todas cortadas por el mismo patrón, zarzas que sólo se diferencian en el nivel de brutalidad, en lo explícito de sus imágenes y otras varas de medir simplonas, comerciales, sin belleza, sin esencia.

Y esto me hace confirmar más si cabe mi opinión, la de que hay que dejar atrás la valoración de los géneros; el género sólo entorpece, el género, como definición y guía, a veces es una rémora pesada que nos aleja de joyas. Hay que saber dejarlo en su sitio, en un plano secundario. Sólo cuenta el relato, la creación en sí. Y entonces sí, ser duro, ser implacable, ser cruel y despreciativo si llega el caso; o disfrutarlo, releerlo, valorarlo y recomendarlo.

Porque aunque me guste el terror sobrenatural, debo admitir que en él hay creaciones aborrecibles, tantas como en el otro, y si existe una inclinación hacia él, quizá sea más bien gusto personal y no valoración objetiva.

domingo, agosto 26, 2007

Y ahora en televisión

Y es que me ha dado por malgastar los cinco minutos esos de fama...
Para los que no lo sepan, formo parte de la tertulia zaragozana de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror (Tribbles). Miembros ilustres en ella: David Jasso, autor de La silla y Cazador de mentiras; Fermín Moreno, editor de la revista Sable y todos los otros que gastamos saliva y emoción cada miércoles de quince en quince días.
Y resulta que la Televisión de Aragón sintió curiosidad por nosotros.
Y he aquí el resultado.
No, no somos frikis, de verdad...

¡Ah! Yo soy ese tal Jose María, el tipo que al principio lleva las gafas y la bandolera.

lunes, agosto 13, 2007

Bradbury...

Me cuesta, me cuesta mucho, pero me lo planteado como una tarea…

Y es que ando enfrascado en la lectura de La feria de las tinieblas de Ray Bradbury. Al final me harte de leer acerca de ella, de verla alabado, idolatrada, beatificada.

Y me cuesta, me cuesta avanzar.

Se trata del lenguaje, de la forma. Bradbury me agota, su propensión al rocambole, a la floritura, a poetizar la prosa hasta un extremo insostenible, choca con mi forma de entender la escritura. Y reconozco que es tan sólo cuestión de gustos, nada más. Me crié en una escuela dura, la novela negra americana de Hammet, de Chandler; la prosa suave y profunda de Steinbeck me acompañó unos años; Torrente Ballester se ganó mi respeto con una obra densa y libre, al mismo tiempo… y otros tantos.

Pero con Bradbury, con este relato, no puedo… revolotea, avanza como una abeja que se detiene en cada flor, en lugar de tomar el sendero del bosque; pero me he propuesto terminarlo. Obedecer las consignas, aguantar, avanzar… finalizar.

Urgando en lo arquitectónico: imaginan a un amante silencioso, un amante sentimental, incondicional, pasional, del Románico… recomponiendo su gusto hacia el Barroco, ese soy yo.

La escritura de Bradbury tiene algo de sensual, de acaramelado: si no interviene una imagen, una insinuación, una metáfora… entonces no merece la pena decirlo. Los personajes no son de carne y hueso, son ideas, son entonaciones de una melodía desenfocada. El entorno es música de fondo, salmodia de viento, un arrebato de pinceladas expresionistas Quizá ahí resida la belleza que todos le atribuyen, en esa forma peculiar de introducir al lector en la fantasía en lo onírico e irreal, sumergiéndolo a conciencia, no sólo mediante los hechos narrados, sino, y fundamentalmente, mediante el lenguaje..

Ya les contaré llegado el momento, mientras tanto sigo con la mía.

sábado, agosto 04, 2007

The woods

Ya saben que no me gusta demasiado la manía esa de la categorización, es como si asignándole un nombre, un supuesto orden a algo, nos apoderáramos de ello o lo dominásemos de alguna forma. Sin embargo a veces podemos asignar etiquetas como juego, como ayuda, sin ánimo de pontificar o de generar una verdad absoluta.

En el mundo del terror uno puede plantearse estas divisiones según muchos ámbitos y enfoques. En este caso, para la película que me ocupa en esta entrada, usaré el enfoque del entorno.

A veces hablamos del terror de ámbito urbano, otras, del entorno natural. The woods, en España, El bosque maldito, se enmarca dentro de esta segunda acepción.

¿Han estado alguna vez, al atardecer, dentro, bien dentro, de un bosque de verdad?

Es una experiencia inolvidable en casi todos los aspectos; el olor, el supuesto silencio, esa sensación de pequeñez que nos envuelve y aturde, esa sensación de extrañeza, de ser algo ajeno. El bosque emana un olor especial, sí, el olor de lo primigenio, de lo inviolable y lo indomable. Un bosque no se domestica; el hombre lo intenta, pero al finaln tal intención se ve abocada al fracaso y, a lo sumo, sólo se consigue una torpe y desenfrenada destrucción. Quizá el bosque, un bosque antiguo, en penumbra, es lo más parecido al concepto de naturaleza salvaje que nuestros antepasados contemplaban y vivían hace siglos en el día a día.

El bosque mantiene la cualidad de los siniestro, es un útero que oculta lo desconocido, que apenas nos lo deja entrever si no es por medio de susurros, de sombras medio desveladas, de evocaciones.

The woods asume esa perspectiva. La película, acertada en ambientación, en enfoque, en silencios e insinuaciones, es un buen ejemblo de lo que se puede hacer sin necesidad de abusar de efectismos y efectos especiales. Estos están ajustados, lo mismo que la sangre y lo explícito.
The woods enfoca la trama desde la perspectiva y con el protagonismo de lo femenino ,y uno no puede más que retrotraerse a lejanas lecturas de mitología e historia, de volver a esa época de matriarcado, paganismo y creencias ancestrales, en las que la naturaleza y la mujer jugaban un papel esencial, cruel a su manera (cruel según este nuestro actual enfoque racional y masculino) y definitorio. La película asume la parte siniestra de lo femenino como arquetipo mitológico, lo esboza con magistral eficacia.

En fin, nos encontramos ante una historia de miedo de intriga, bien urdida, ¿original? sí, dentro de lo que actualmente se puede catalogar como original.

De verdad, desde The descent y Frágiles, no me lo había pasado tan bien.

Vean, vean... adéntrense en las sombras apartando hojas secas, acariciados por el toque escalofriante de las ramas bajas.

viernes, agosto 03, 2007

Líbranos del Mal, de Allen Lee Harris

Hay libros que no terminan de arrancar, que nos atrapan, pero con una especie de nefasto juego de tira y afloja, un continuo parece que voy pero no voy; hasta que llegas al final y piensas si ha merecido la pena el tiempo y el esfuerzo. El libro de Lee Harris produce este efecto. No termina de arrancar. Sin embargo debo reconocer que ciertos tramos se me han hecho apasionantes, sobre todo algo en el que el autor juega con el lenguaje y la concepción del mal y la oscuridad... quizá sea por eso que no lo he dejado a medias hastiado, quizá por ello, aunque pasados unos días, sin acordarme ni si quiera del desenlace, sigo recordándolo con un cierto buen sabor de boca.

Son cosas que pasan.

Otro de los elementos que me han atraído del libro ha sido la sutil presentación de esa visión religiosa global, de ese integrismo larvado, del tinte religioso, que impregna buena parte de los aspectos de la vida cotidiana y fluye como corriente subterránea en muchas zonas de Estados Unidos. Lo hace sin exagerar, sin llegar al histrionismo; algo a agradecer, pues uno imagina que la realidad se parece mucho más a eso que a las versiones histéricas y amarillistas que a veces vemos en la caja tonta o en obras de todo corte.

Un libro muy en linea de la colección en la que lo he leído: Vidorama; irregular, elusivo.

Bueno, si lo consiguen, quizá no pierdan el tiempo... es mejor que algunas de las cosas que hoy en día nos quieren vender como buen terror contemporáneo.

lean, lean... y cuidado con las serpientes.

sábado, julio 28, 2007

Renace Sinergia

Pues eso. Se trata de un gran proyecto en el que, humildemente, colaboro y que, les aseguro, merece la pena por su calidad.
Hablamos de ficción especulativa, de realidades conjeturales, de buena literatura, buena e inteligente.
Marquen esta revista electrónica en sus favoritos, entren de vez en cuando a leer sus novedades, no les miento si les digo que no saldrán defraudados.
Enhorabuena Sergio y compañía.

Nueva Sinergia

lunes, julio 23, 2007

Básicos del terror: Los hijos del reino, de T. E. D. Klein

Hay relatos que a uno le hubiera gustado escribir, y no, no hablo de aquellos que son famosos, o de una calidad literaria sin parangón, no. Hablo de relatos que son como uno tiene en la cabeza que se debe escribir cierta historia, que se adaptan al germen de cómo tiene que ser eso del escribir que el aprendiz tiene en la sesera al enfrentarse a la página en blanco.

En este caso les voy a hablar de Los hijos del reino de T. E. D. Klein, narración que aparece en El segundo gran libro del terror, de Martínez Roca.

Hay cosas difíciles de hacer cuando uno se pone a escribir este tipo de historias: la primera es la de transportar a escenarios contemporáneos ideas, historias que beben de una tradición cultural, de una idiosincrasia histórica y estilística muy anterior. La otra es la de hacer aparecer esas ideas como novedosas y no como antigüedades acartonadas, imaginería pulp desfasada y casi risible.

Hablamos de un pueblo viejo, de una nueva concepción mítica del origen del hombre de una raza maldita desde los tiempos remotos, castigada por los dioses… todo con un aire muy lovecraftiano, muy bizarro.

Hablamos de una ciudad, NuevaYork, vista desde una perspectiva diferente, una ciudad oscura, de rincones inesperados, con secretos.

Hablamos de cómo mezclar ambas ideas sin caer en un relato pulp e infantil. T.E.D. Klein nos conduce por las calles de la Gran Manzana con mano firme, enseñándonos esos rincones ocultos donde la oscuridad es capaz de irrumpir para destrozar el precario equilibrio de creencias que nos ssustenta, donde el pasado más fantástico, increible y perverso mantiene su perversidad y se despoja de cualquier viso de fantasía para aterrorizarnos con su realidad más funesta y malévola:

El reto de hacer creíble lo increíble, de sembrar la duda, la piedra de toque de cualquier autor, es eso de lo que hablamos, es eso lo que vemos y agradecemos al terminar de leer el relato.

Lean , déjense llevar por la aparente ironía del escritor, que parece que no se crea ni él mismo lo que insinúa… hasta que lo mejor es dejar de reírse; déjense llevar a un final sutil, sin paroxismo, uno de esos finales que explotan minutos después de haber terminado la lectura, como esos viejos vinos: que ofrecen lo mejor segundos después de haberlos bebido, cuando saboreamos el poso que ha quedado en nuestro paladar.

Lean, lean, y no olviden revisar esos rincones olvidados en el sótano.

jueves, julio 12, 2007

Cazador de mentiras, de David Jasso y Santiago Eximeno

Cuando uno hace una reseña de la obra de un amigo, de un conocido, tiende a aplicar un rasero más flojo y permisivo que si de la obra de un consagrado desconocido se tratase. Espero que no sea este el caso con Cazador de mentiras de David Jasso y Santi Eximeno.

Nos encontramos con terror nacional y bueno, encima.

El libro asume las ventajas e inconvenientes de su propia concepción y realización a cuatro manos.

Lo malo, para dejar el buen sabor de boca al final, es la desigualdad entre diversos capítulos y sobre todo, la necesidad de profundizar algo más en los personajes, dotarlos de algo más que de un conjunto de acciones y reacciones, dotarlos de una vida, de un fondo creíble que nos ayude a conectar con ellos. Creo que es el principal defecto, y probablemente único que tiene la obra: unos personajes algo planos y en número excesivo. El hecho de que algunas partes muy concretas, algunas descripciones, se me hayan alargado, inflado en demasía, es tan sólo una valoración de gusto personal, que otros pueden ver como una virtud.

Y ahora lo bueno.

No hay nada que envidiar a la imaginación extranjera que domina el mercado editorial. Aquí se crea fantasía, terror, ficción de la buena. Este es un ejemplo: un libro de lectura rápida, no por vacío, o por insustancial, sino porque se le ha sabido dotar de un fantástico ritmo narrativo general. El hecho de que se haya escrito, como he dicho a cuatro manos, hace que cada capítulo sea casi un ente independiente, con la virtud del relato corto de atrapar al lector cuando está bien escrito, y estos lo están.

El planteamiento argumental es inteligente y original… un pueblo que aglutina a unos personajes dispersos, un pueblo que es origen y foco de algo monstruoso. Quizá el protagonista del relato debiera ser Certeza, y no el monstruo, el cazador de mentiras. Un ser arcano, misterioso, terrible e implacable; un ser con un solo objetivo: el castigo.

Un argumento bien acabado, bien escrito, original y de calidad… una buena apuesta.

Sí, amigos y amigas, vayan corriendo a comprar su ejemplar. Merece la pena.

A la limón de esto último, ya sé que quizá haya una oferta literaria de terror de origen extranjero que, por razones publicitarias, de calidad, de lo que sea, se nos haga más aparente y atractiva que la nacional. Pero debemos dejarnos de provincianismos. Todos queremos, deseamos, un fondo narrativo, un conjunto de escritores nacionales consolidados y de calidad, y para eso debemos fomentar la publicación de su obra, arriesgarnos a ir a la librería y decidirnos por esas obras antes, o quizá junto a esas otras contemporáneas, ‘de afuera’… que, sea dicho, últimamente han bajado en calidad de una forma abrumadora. Aquí los hay, sólo hay que darles una oportunidad.

Cazador de mentiras es un buen inicio

Saludos y lean…lean, y cuidado; una mentira se le escapa a cualquiera.

Enhorabuena David (y Santi, claro), ya te contaré más en la tertulia... y tú podrás cortarme las orejas

domingo, julio 08, 2007

El ángel negro, de John Connolly

Ya he alabado las virtudes de este novelista en una entrada anterior. De nuevo retomo el tema, esta vez particularizando en su última creación publicada en España: el ángel negro.
Nos hallamos sin duda ante una novela de terror. Así como en las anteriores obras de la serie dedicada al investigador privado Charlie Parker la parte 'negra' de la trama dominaba, en esta última lo sobrenatural se convierte en el centro de esa trama, en el origen y destino, siendo la parte policíaca secundaria. A destacar las referencias históricas que salpimentan los capítulos, espléndidas, a algunos quizá les puedan parecer gratuitas, pero, en mi opinión, clarificadoras; pequeñas islas sobre las que echar pie , descansar, tomar aire para seguir la narración.
A través de las cinco obras de la serie el fondo sobrenatural había ido tomando importancia, hasta llegar al desenlace al que hacemos referencia: un personaje obsesionado por la muerte, el pasado, por la redención: un protagonista inmerso en un mundo de fantasmas y mal.
Por que la obra de Connolly es un a obra dedicada al mal, a definirlo, a mostrarlo sin ambages, sangriento, cruel, gratuito y destructivo. Parker es el adalid de un bien extraño, con sus propias reglas, un bien que a veces bebe de ese mismo vicio que quiere combatir, un adalid sobre el que convergen infinitas corrientes siniestras, un ser trágico cuyo destino es ayudar a quien no puede ser ayudado ya, un hombre continuamente enfrentado a un mal camaleónico, omnipresente.
Sí , sin duda nos encontramos leyendo una novela de terror, de miedo, una novela que nos muestra la cara oscura del universo, las fuerzas del infierno desatadas. Connolly sabe gravitar entre la afirmación total de un mal más allá de lo humano, y otro, puramente humano, habitual, urbano... entreteje su narración hilando el argumento con ambos hilos, ambos extremos deºla misma madeja, tejiendo un lienzo de sangre, crueldad, desamparo, instinto y redención.
La verdad es que, quien quiera leer a Connolly y su obra de Parker, debería hacerlo comenzando por el principio de la serie y siguiendo la trama, siguiendo la maduración del personaje, de aquellos que conforman el estupendo e importante elenco de secundarios.

Lean, lean... sin desperdicio nalguno

martes, julio 03, 2007

Básicos del terror: Chickamauga, de Abrose Bierce

Hay una forma de relato de miedo que no parece serlo, un relato en el que lo terrorífico no apremia, donde no es más que una premonición incierta que late en nuestro cerebro conforme avanzamos la lectura, un terror que sólo se manifiesta como tal en ese último párrafo feroz y despiadado.

Hay autores que no hacen concesiones al lector, creadores que desangran, que rasgan y mutilan nuestras encandiladas e inocentes almas con el arado de la pluma, con una visión del mundo negra, amarga y sin indulgencia.

Ambroce ‘Bitter’ Bierce es, sin duda el abanderado de esos escritores crueles, de esos autores que manejan el terror desde una perspectiva ajena a todo lo sobrenatural y sin ambargo logran pulsar la nota adecuada que nos conmueve y desestabiliza. Bierce, en una visión primeriza y simplona, es el maestro de la ironía macabra, del sarcasmo cruel, sin embargo debajo de todo su obra flota una agudeza brutal en la percepción de ese lado de la vida oscuro y diabólico que es inherente al ser humano, su brutalidad, su pérdida en el océano del instinto, la relación con un universo amoral y por momentos cruel y certero.

Chickamauga

En este relato encontramos definida la pérfida y precisa visión del mundo de Bierce. Donde lo alegre, lo infantil, lo virginal y puro sucumben ante una realidad poderosa, donde la casualidad no es tal, sino un bien tejido sendero que el destino recorre sin compasión.

Uno lee los relatos de Bierce y termina por volverse un desconfiado del universo, del mundo entero, un desconfiado y paranoico que no para de buscar de dónde va a surgir la desdicha, el giro cruel.

Lean a Bierce, lean Chickamauga o cualquiera de sus cuentos. Encontraran una nueva y escalofriante vertiente del terror.

Abducidos

No se asusten, por favor, no se me marchen. No voy a hacer publicidad de las pseudociencias y demás magufos paranormales. No, tan sólo les quiero hablar de la serie Abducidos, (Taken). Dicha serie ha sido producida por Steven Spielberg, lo cual implica de partida un cierto marchamo de calidad.

Esta recorre a través de cincuenta años de peripecias las vidas entrelazadas de tres familias, la familia de un abducido en la segunda guerra mundial, la familia de una ‘contactada’ que se queda embarazada de un alienígena y, por último, la familia del militar de las fuerzas aéreas que se esfuerza en desentrañar a cuaqluier precio a qué han venido nuestros amigos de ahí afuera.

La serie hace a lo largo de sus diez capítulos un repaso de lo que ha sido el fenómeno ovni en Estados Unidos, explorando hipótesis, exponiendo hechos de la historiografía de la ‘investigación’ ufológica. La serie se decanta por una determinada interpretación: los ovnis son reales, están tripulados por seres extraterrestres y vienen, se nos llevan, experimentan con nosotros con un determinado y oscuro fin, que sólo se desvela al final de la serie.

Es obvio que hablo de calidad técnica de la serie, de su buena ejecución, de su espléndido guión, el dibujo fino y profesional de los personajes, sus espectativas, motivos y necesidades. No hace falta ser un fanático enfebrecido, ni siquiera un aficionado tímido, ni tampoco un tipo sensato que no crea en esas cosas; todos, todos pueden ver y disfrutar de esta serie. Hasta el descreído más recalcitrante, tan sólo se trata de ficción, de una elucubración fantástica bien orquestada.

La verdad es que, personalmente, soy bastante reacio a pensar que nos visiten seres de otros mundos (al menos, dejando la puerta algo abierta, de esa manera), reacio al fenómeno ovni en sí, y que conste que poseo la certeza del converso, pues, en mi juventud, mordí del árbol prohibido. De aquellos años de curiosidad me queda un poso amable, una gran desconfianza y lo mejor: pervive una total curiosidad frente a este fenómeno y todo lo que sucede alrededor, curiosidad hacia la parte, llamémosla, sociológica, psicológica del asunto.

Me fascina ver cómo y porqué algunas personas creen a pies juntillas en estos hechos, como son capaces de centrar su vida en ellos, manipularla, desvirtuarla… o quizá crearla. A veces pienso que no es sino otra forma de creencia, de fe, de la necesidad de algo trascendente que nos supera, nos engloba, nos da sentido. En otras, un escenario que algunos espíritus débiles usan como medio de autodestrucción; en demasiadas, un perfecto cuento con el que medrar económica y/o socialmente.

Bueno, lo dicho, si pueden echarle mano, vean Abducidos.

viernes, junio 29, 2007

John Connolly

John Connolly publica en España una nueva novela de su serie dedicada al investigador Charly ‘Bird’ Parker. Y esto para los amantes del terror y sobre todo, de la buena novela negra actual, es una inmejorable noticia.

Entré en la obra del autor de casualidad, de esa forma callada y visceral que a veces nos mueve a comprar un libro, más por impulso que por publicidad, comentarios o críticas favorables. Leí, nueva novela negra, me gustó el argumento y me lancé.

Desde entonces no he dejado de ir corriendo a la librería a comprar cada nueva obra de este autor: jamás me ha defraudado.

Me gusta la novela negra, casi tanto o más que las creaciones de terror, sobre todo el hard boiled norteamericano, mis enseñas son Chandler, Hammet y Goodis…

Y cuando un amante de estos dos géneros encuentra una obra que los aglutina, mezcla y muestra con acierto, entonces goza con la lectura, y relee, y espera con impaciencia las nuevas publicaciones.

Connolly mezcla terror y novela negra, salpimentando esta última con ligeras pero importantes trazas del primero. El terror sobrenatural es un trasfondo, una melodía en segundo plano sutil y sencilla, pero que define y encarrila buena parte de, si no las historias en sí, sí de la personalidad del personaje principal.

No voy a contarles argumentos, no, eso es algo a lo que ustedes deben arriesgarse. Yo, sinceramente, pienso que es una apuesta segura, un valor en alza. Recuerden John Connolly.

Las obras, en orden de aparición en la Editorial Tusquets, son:

Todo lo que muere

El poder de las tinieblas

Perfil asesino

El camino blanco

Y la última, recién publicada:

El ángel negro


Biografía y enlaces del autor en la editorial

lunes, junio 18, 2007

Publicando

En cualquier escritorzuelo en ciernes, publicar produce momentos de satisfacción, una especie de corriente de orgullo desmedido. Y si encima ve su creación plasmada en papel, esa satisfacción reverdece, muta en una alegría casi desaforada. El papel posee una cualidad especial, una sustancia fantástica que hechiza la realidad de la palabra.

Y esta sucesión de barbaridades, ¿a qué viene? A que de nuevo veo aparecer a un hijo mío, esta vez en el fancine Miasma. Se trata del relato, el mazo… como dicen en su presentación: 'José María Tamparillas que debate sobre la perversión y la obsesión en su relato…'

Espero que puedan hacerse con un número, espero que mi creación, y las de la compañía, les gusten.

miércoles, junio 06, 2007

Básicos del terror: El día de los trífidos, de John Wyndham

Obra hito del fantástico del siglo pasado, icono señalado, El día de los trífidos (1951) es una de esas obras que todo amante del género fantástico, del terror, debe leer en algún momento de su vida.

Que quizá se haya quedado anticuada, que sea una de esas obras en las que el paso del tiempo ha pesado más que en otras, es posible. Sin embargo mantiene u resabio de obra maestra de la imaginación y la especulación, que la hace apetecible y divertida.

La humanidad se tambalea, un misterioso fenómeno celeste deja ciega a casi la totalidad de la población. Aquellos que mantienen ese sentido esencial deben sobrevivir a la consecuente caída de lo que hasta entonces ha sido esa humanidad. para colmo, un resultado monstruoso de la investigación genética: los trífidos, plantas inteligentes y carnívoras, se expanden sobre la faz de la tierra si apenas nadie que les haga frente.

John Wyndham especula, y lo hace a veces con sumo acierto, no ya en la posible certeza de sus tesis, si no en la totalidad de los miedos que asaltan a los 'supervivientes'.

Si uno lee bien el libro, aunque los trífidos parezcan parte esencial de la obra, en realidad podrían haber sido sustituidos por cualquier otro elemento perturbador que añadiera un punto más de tragedia a la ya lamentable situación de los humanos.

Vuelvan a la guerra fría, a la mentalidad catastrofista que recorrió la literatura cuando el mundo estuvo en un tris e saltar por los aires.

Quizá no sea una obra de terror puro, quizá pulse el instinto de miedo de otra forma a la que estamos acostumbrados, pero merece la pena leerla involucrándonos con el protagonista y sus cuitas, sintiendo su angustia, sus dudas…

Una nota divertida es el nada solapado machismo que rezuman algunos fragmentos del libro, les invito a descubrirlos y sorprenderse

Lean, lean... y no olviden regar sus plantas, sin quitarles ojos de encima.

martes, junio 05, 2007

Sin noticias de Dios

Retomo con placer esta bitácora después de un tiempo de silencio. Y lo hago para hablar un poco de eso de la globalización del mestizaje entre estilos.

Ayer, junto a mi mujer, tuve la oportunidad de disfrutar de nuevo con la película Sin noticias de Dios, de Agustín Díaz Yanes. Nos encontramos con la enésima vuelta de tuerca sobre el mito de lucha cielo e infierno, sólo que desde una perspectiva diferente, aunque no original (es poco lo que se puede crear que sea de verdad original a este respecto).

Sin noticias de Dios es una buen película, con una Victoria Abril genial, una Penélope Cruz quizá un tanto sobreactuada y una Fanny Ardant espléndida… ya no hay mujeres así, esa época se terminó; permítanme esta salida de tono, por favor.

Película extraña en el entramado repetitivo del cine español actual, donde, por término general nos encontramos refritos y parodias bufonescas, dramones existenciales de autointrospección aburrida y poco más. Quizá sea excepciones así las que todavía nos encariñan con nuestro cine patrio y no hacen que tiremos la toalla todavía.

Pero a lo que vamos.

Sin noticias de Dios es la demostración de esa infiltración de lo fantástico dentro de las artes que antes, de una forma solapada o directa, habían abjurado de tal como de la peste. De un tiempo a esta parte nos encontramos con una infiltración similar en la literatura, donde, autores, llamémoslos, consagrados se han decidido a explorar nuevos terrenos dentro de la ficción menos realista y más cercana a conceptos anticuados como el de Ciencia Ficción (cuando digo anticuado me refiero a la denominación, no al género), o intemporales como el terror o la fantasía. Quizá sean que se han dado cuenta de que si se toma ese camino se abre uno de los caminos más ricos y llenos de posibilidades que existe dentro del fenómeno artístico.

El problema es el de siempre, aunque el creador se ha involucrado en algo bien definido, sin escape, intenta huir como de la peste de la etiqueta consecuente, renegando de aquello que tan buen resultado le ha proporcionado.

lunes, mayo 21, 2007

China y las revistas de Terror

Leo en la última actualización de Stardust lo siguiente: las autoridades chinas retiran de los kioscos y establecimientos similares todas las revistas y publicaciones que hablen de fantasmas… podrían afectar a la salud pública.

Leer noticia completa

Creo que el acto en sí ya conlleva la reprobación ante lo que de censura tiene (y de ridículo), y como cualquier persona sensata está en contra de la censura y a favor de la educación…así que pasaremos a otros lares.

Uno de los elementos más perturbadores es el de que, para una de tales revistas, había corrido el rumor de que, al escribir el nombre de una persona en ella, tal persona moriría en breve.

¿La gente, sobre todo, la gente joven puede llegar a ser tan crédula?

Recuerdo cómo una vez, hace ya un tiempo, por casualidad, fui a parar a un foro de amantes del género vampírico. Recuerdo el asombro que me produjo el leer cómo gran cantidad de jóvenes, niños y no tan niños, pedían, suplicaban, rogaban y creían a pies juntillas la presencia en el mundo de auténticos chupasangres, con cuyo mordisco pasar a un nivel más elevado de existencia. Dos cosas: la primera es observar el estado de frustración que opera en dichas mentes, tal grado de desapego y desarraigo que les impulsa a buscar esa forma de escapar del mundo (costumbre adolescente pasajera) aburrido e incomprensivo, a otro de libertad y superioridad. La segunda: la credulidad. La superstición, la necesidad profunda que todavía subyace en nosotros de confiar en algo sobrenatural. La capacidad de sugestión que nos lleva a admitir la realidad de algo manifiestamente irreal y fantástico.

Quizá nosotros mismo debamos bucear en nuestro inconsciente menos profundo, descubrir nuestro nivel de credulidad, la zona frágil de nuestra racionalidad, el oscuro lugar donde los deseos y las frustraciones agrietan el sustrato de sentido común.

Saludos, estimados lectores

martes, mayo 15, 2007

Básicos, a secas: Ligea, de Lampedusa

Es bueno beber en otras fuentes, comer en otros platos. Y si este blog suele decantarse por la temática terrorífica como algo habitual, no significa que esto sea así siempre.

Voy a hablar de una novela corta, de una de esas joyas de la literatura fantástica escrita por autores no encasillados en tal género, una de esas gemas que quedan enterradas entre los polvos que levanta una hermana mayor.

Hablo de Ligea, del autor italiano Giuseppe Tomasi de Lampedusa. (En otras ediciones se titula El profesor y la sirena)

Todos conocemos la maravillosa El gatopardo; algunos, hasta lo habremos leído y disfrutado con la belleza formal y de fondo que nos presenta, pero son pocos lo que he tenido la oportunidad de conocer que hayan dado con esta novela corta de temática fantástica. Y es que, a veces, la sombra del gigante oculta la exquisited sencilla de otros brotes.

Ligea habla de una sirena, sí, de uno de esos seres mágicos y elusivos, habla de un viejo profesor de lenguas muertas, una eminencia; habla de su juventud, de la juventud llena de planes y dispuesta a entrar en el futuro; de ese momento de felicidad absoluta que a veces la vida nos ofrece, de cómo y porqué ese profesor conoció a una hermosa sirena y de qué aconteció después… de un hermoso pedazo de costa italiano. Y no diré nada más. Sólo que para los amantes del fantástico, debería ser una obra de lectura obligada, o al menos recomendada.

Elegir a Lampedusa es elegir bien, es permitirnos el lujo de pasar un buen rato, de acercarnos a la auténtica medida de la buena literatura, de lo que yo considero literatura de vedad: una historia, una buena historia, bien contada, bien escrita. El único problema: encontrar el libro. Pero, qué vamos a decir los bibliófilos apasionados: en la búsqueda uno también encuentra placer.

*Como noticias de última hora, en Iberlibro, para los curiosos, he encontrado que los ejemplares accesibles son los que usan el título de El profesor y la sirena aunque la edición que leí yo, de Bruguera, tiene el título original.

Lean, lean… y vuelen al mar a buscar su destino.

Lampedusa en wikipedia

lunes, mayo 07, 2007

Esta vez en Miasma

Pues eso, que en el mes de Mayo aparecerá en este fancine uno de mis relatos: El mazo.
Espero que quien lo lea lo encuentre de su agrado.

Saludos

Miasma

Pulse o lo perturbador del cine oriental.

A veces el terror viene determinado por elementos ajenos a la propia trama de la historia. Es algo que, sobre todo, se puede observar en el cine de terror. Hablo de la forma de narrar, hablo de la idiosincrasia que empapa al narrador, director o creador, hablo de las peculiaridades culturales que nos impregnan como ciudadanos de uno u otro país, como elementos de una u otra cultura y que, obviamente pasan a formar parte definitoria de la historia que cuentan

El ejemplo claro de esto que digo viene dado por el nuevo cine de terror oriental. Ayer estuve viendo Pulse (kairo), una extraña y desasosegadora película del director nipón Kiyoshi Kurosawa. Y ayer me di cuenta que buena parte de la inquietud que me trasmitía la película no venía dada por la historia en sí, por los efectos de imagen, la fotografía… no, más bien esa inquietud venía reafirmada y enfatizada por la extrañeza, por la diferencia entre la cultura japonesa, sus comportamientos, su forma de mostrar y de provocar emociones, sus tics, culturales, tan distintos a los nuestros, por mucho que nos emperremos en agarrarnos a eso llamado cultura global.

Es quizá por eso que tengo unas sensación tan distinta, un recuerdo diferente cuando vuelvo a las dos versiones de The Ring, excelentes ambas, la occidental y la original.

Obviamente también hemos de indicar lo mucho que ayuda a esa sensación de extrañeza la distinta visión de lo sobrenatural que ambas culturas tenemos. Los fantasmas japoneses son distintos a los fantasmas occidentales; muchas veces en su propio origen, en el motivo de su fantasmalidad, y también porque en ellos en ellos ese hieratismo, esa falta de emocionalidad propia de la cultura nipona se hace más patente, insuflándoles un añadido perturbador a lo propiamente sobrenatural.

Añadir a esto que Pulse es una de esas películas que al menos todo buen aficionado al cine de terror debe ver. Es un film difícil, a veces inclasificable y desorientador, es un cine que incide más en lo visual que en la trama, que en la coherencia del argumento o su claridad. No hay efectos especiales exagerados, sólo un efectismo cuidado que empapa la fotografía, los ángulos de cámara…

Vean, vean… y cuidado, mucho cuidado si algo les resulta extraño en su ordenador.

miércoles, abril 25, 2007

Echar de menos esas antologías...

Termino la lectura de el gran libro del terror y el sabor de boca es dulce, tremendamente dulce, un paladar que sólo se ve contaminado por una cierta tristeza. Ya no hay colecciones como esta, ya no hay un super terror o un gran super terror de Martinez Roca, ya no hay, salvo librerías de viejo, más recopilaciones como las de Horror 1,2… o Las mejores historias de terror 1,2… Garantes de la salud del relato de terror en sus diversas variantes.

Ya no veo antologías, ya no veo selecciones. Tan sólo Paura salva la cara en el mercado editorial, esperemos que por mucho tiempo. Es como si las editoriales le tuvieran miedo a esta forma de narración. Bueno, sí le tienen miedo, la gente ya no parece comprar selecciones, parece que la Novela se haya tragado de golpe y porrazo todas las vertientes creativas literarias que no sean ella misma, y si la gente no compra, o no parece querer comparar, ¿por qué se han de arriesgar las editoriales? Mención a Valdemar y Siruela y sus recopilaciones.

Esto nos deja con Internet y algunos fanzines como los únicos campos de salida posibles para el nuevo relato de terror. Recalco: el nuevo relato de terror. Saludos a aquellos fanzines que se arriesgan, lástima que en Internet nos enfrentemos al problema de la desmesurada cantidad de material mediocre, esa es la gran ventaja y la gran desventaja de la web: cualquiera puede ir, llegar, se acumulan tantos sitios donde leer que uno no sabe bien cuál elegir, y ya dentro, uno se enfrenta a verdaderos bodrios. Pero es este un precio que debemos estar dispuestos a pagar, debemos perder tiempo y energía para encontrar la perla que haga que el asunto merezca la pena.
Añoro esas antologías de Bruguera, esas antologías de Martínez Roca. Ojalá de nuevo alguna de estas editoriales u otras se arriesgaran y nos premiaran cada año, al menos, con una selección antológica, nacional o extranjera, para ver el recorrido contemporáneo del género.

sábado, abril 07, 2007

La habitación del niño

¿Importa conocer cuál va a ser el final en una historia de miedo? La gran mayoría de nosotros pensaríamos, es más, afirmaríamos que sí, que importa, que influye. Pensaríamos que el miedo, la sensación de angustia, inquietud, hasta pánico poseería otra cualidad, una cualidad menos perturbadora y poderosa.

Y sin embargo, a veces, en casos concretos, sabemos cuál va ser ese final; lo sabemos, después de haber leído, visto, escuchado la mitad, un tercio, dos, de la historia, y aún así el terror penetra con la misma precisión de un bisturí afilado.

Eso sucede con “la habitación del niño”, la contribución de Álex de la Iglesia a la serie de películas para no dormir. Después de haber visto casi todas, sin ningún género de dudas, puedo afirmar que es la que introduce el miedo en quienes la ven de una forma más intensa y desasosegadora.

Esta historia es un buen ejemplo que nos permite discutir acerca de los pequeños detalles que diferencian historias de terror similares en su efecto final:

Una de ellas es la presencia de elementos cotidianos, elementos que no son comunes a historias tópicas y manidas, elementos modernos: recordemos la hornada oriental, tanto en literatura como en cine, con una cinta de video, un teléfono móvil... es como si el autor se aprovechase de la novedad para hostigar mecanismos del miedo hasta ahora no pulsados. En este caso hablamos de un simple “escuchador para bebes”. Esos elementos del día a día, si son manipulados con maestría consuman una reinterpretación de la realidad que vivimos, tranquila, sin sobresaltos, afable, abriendo una rendija a esa irrealidad que no es más que un chiste, un chascarrillo de hoguera de camping, de noche de pijamas y alcohol.

La siguiente tiene más que ver con un elemento, llamémoslo de catalizador. Una historia de miedo, bueno, las historias de miedo, normalmente usan una serie de elementos que se repiten de manera incesante, abusan de la ingenuidad del personaje en sus reacciones ante el entorno que produce el terror: ¿Subiríamos por la escalera si oyéramos ese ruido? ¿Bajaríamos al sótano? ¿Abriríamos la puerta o compraríamos veríamos esa cinta de vídeo que comunica con una realidad terrible? Vemos, leemos esas historias y, a pesar del miedo que nos produce el buen hacer del autot, siempre nos queda ese asidero de realidad... no, de realidad no, sino de tranquilidad que nos hace sonreír a la vez que temblar

De lo que hablo es de ese noventa y nueve por ciento de la historia; pero, de repente, aparece ese otro uno por cien, el catalizador, ese que hace que la perspectiva cómoda desde la que nos permitimos entrar en estado de terror, de miedo, de repulsión, ese que hace que esa perspectiva cambie y que reinterpretemos de otra forma esas inquietudes.

En este caso es la presencia de un niño, de un bebé. Nos reímos de la pobre o el pobre incauto que sale al bosque sabiendo que hay un tipo que ya ha destripado a media docena de sus amigos, sin embargo, si ese personaje lleva en brazos a un niño... pregúntenselo: ¿el miedo es el mismo?

La causa: la inocencia. El adulto escoge cometer el error, jugársela, sabe los riesgos, sin embargo el bebé es inocente, no actúa, es un elemento pasivo que no escoge sufrir, sino que está expuesto a un sufrimiento sin más, sin merecerlo, sin buscarlo. En nuestro interior, al menos en el de casi todos, todavía queda esa visión de la inocencia, de la ausencia de culpa o motivo.

Por otro lado, a destacar la magistral forma con la que el director juega con el recurso de los mundos paralelos, algo difícil de hacer, puesto que ya ha sido visitado en demasiadas ocasiones
Vean, vean... no les importe saber cómo va a terminar al poco de ver la película, no importa. Yo hace tiempo que no sentía ese temor, ese miedo.

martes, abril 03, 2007

No sólo de terror vive el hombre...

Y es que a veces uno encuentra algunas joyas, libros de esos que son una perfecta vía de comunicación entre las personas con inquietud intelectual, o simple curiosidad, y esos temas, esas historias, esas realidades y conocimientos que andan escondidos entre sesudas monografías de título extraño, aburridas y aparentemente sin sentido. A veces uno encuentra uno de esos libros que nos define y explica con su propia y maravillosa existencia el porqué de la extrañá, obsesiva, aparentemente demencial atracción de ciertas gentes por bucear en disciplinas e investigaciones aparentente sin sentido, por dejar su vida en estudios absurdos.

Un ejemplo: ¿Quién perdería el tiempo investigando los depósitos cristalizados de la orina de una especie de ratón del desierto de Chaco, en Norteamérica? Pues sí, hay alguien, y gracias a ese alguien, otro investigador, un historiador, un arqueólogo, puede hacernos comprender buena parte de las razones de la desaparición de una cultura india como la de los Anasazi...

Hablo del libro Colapso, de Jared Diamond. Lo vi en una librería de Pamplona hace tiempo, en tapa dura, costoso como él solo, pero con una temática atractiva. Hace poco se ha editado en bolsillo... a por él, me dije.

Cómo y porqué unas culturas, unos pueblos, unas civilizaciones desaparecieron sin más: Mayas, Pascuenses, Anasazi, Los vikingos en Groenlandia, y otras no... y todo ello con un estilo directo, claro. Diamond, profundiza, y lo hace conectando al lector con la multiplicidad de disciplinas dispares e increibles que ayudan a contemplar y comprender un poco más esta nuestra historia.

Lean, lean...

Informacion de la editorial
Comentario en terra antiqvae

jueves, marzo 29, 2007

Vivo...

Hola y disculpas
Lamento la tardanza, la desaparición, o como quiera llamarse.
Sufrí una intervención y esto me mantuvo a margen dle mundo bastante tiempo. Ahora, con todo casi solucionado, espero volver en breve a la carga y deleitarles u horrorizarles con nuevos comentarios.

Saludos a todos.

martes, febrero 27, 2007

Básicos del terror: Los veraneantes, de Shirley Jackson

Hay cuentos de miedo, que no de terror, que insuflan su desasosiego con un retardo discreto y efectivo. Relatos que terminamos de leer sin levantar los ojos del papel, que nos atraen de una forma misteriosa, y que nos dejan, de repente, con una sensación de vacío, de necesitar un más allá. Es esa reacción del lector que quiere más, que necesita más.

Y pasan los segundos y un destello de perturbación ilumina con luz macabra nuestros pensamientos. El alma del cuento ha llegado a nosotros. El argumento ha madurado en nuestro interior, la lectura plantó una semilla de forma furtiva, una semilla que, en cuestión de segundos, germinó y que, al fin, ha florecido con el aroma del desasosiego, con pétalos venenosos de una belleza insondable.

Hay relatos de miedo que no necesitan golpear, se limitan a acariciar, luego sentiremos el escalofrío.

Nos encontramos aquí frente a uno de esos cuentos. Y es por eso que ni si quiera me molesto en hacer un breve sumario.

Shirley Jackson es autora, además de este cuento maravilloso, de la obra maestra The Haunting of Hill House, la Guarida. Obra que todo aficionado al terror no debe dejar de leer.

lunes, febrero 19, 2007

Más elucubraciones... o cómo nos afecta el terror

Estoy enfrascado en la lectura de un mito, de uno de esos libros que, a fuer de ser imposible o casi imposible encontrarlo, se han convertido en un objeto de culto. Se trata de El gran libro del terror de Martínez Roca, en su colección gran super terror.

Nos gusta categorizar. A veces encontramos más placer, y una rara percepción de falsa utilidad en eso de poner etiquetas a las cosas. El autor de la selección de los relatos ha dividido el libro en tres partes según el ‘tipo’ de terror que tinta los relatos, sin embargo, después de haber leído media docena de ellos, a mi me vino a la cabeza una nueva división, un enfoque a resultas de las sensaciones que despertaban en mí dichas lecturas.

El autor plantea la división entre: para empezar,el mal como foco del terror; luego, la perturbación de la realidad, de lo real y conocido, y, por último, quizá una concesión a la época en la que se hizo la selección (Principios de los ochenta), a ese terror indeterminado, de tipo intelectual que navega con cierto de orden y desapego por la psique humana (concesión al salto experimental que sufrió por entonces la literatura en paralelo al resto de las artes).

Sin embargo hablemos de mis sensaciones. Después de leer: Los veraneantes, de Shirley Jackson, El gemido de los perros apaleados, de Harlan Ellison y La multitud, de Ray Bradbury, después de estas y otras muchas lecturas, me fijé en cómo distintas historias de terror se me hacían, valga la redundancia, distintas, precisamente por el efecto que causaban en mí, por la forma en la que me, digamos, perturbaban.

Primero está ese terror que nos impacta como una patada en el plexo solar, que nos encoje el ánimo y retuerce cualquier víscera, sea estómago o corazón. Lo hace de todas, todas, sin esperar a nada. El lenguaje nos controla, nos domina y nos golpea sin apenas dejarnos reflexionar.

Luego está ese otro terror, el que viene con retardo. Terminamos de leer la obra y percibimos un remusguillo de inquietud, algo, un pensamiento extraño que vaga, anónimo, por nuestro interior. Posteriormente, como una marea esa desazón crece, nos perturba más y más, hasta que por fin se derrama, nos hace abrir la boca, sonreír sosteniendo el escalofrío en la espalda.

Estas dos formas de percepción del terror tiene su origen en lo pasional, no recurren el intelecto, son más reacciones espontáneas ante una sensación, ante un acercamiento emotivo.

Y luego está la tercera, muy de moda, a mi modo de ver falaz y artificiosa, esa que convierte e terror en un juego intelectual. Son esas obras en las que, a menos que uno no se siente a posteriori, y comienza a darle al magín, interpretando, reinterpretando, encontrando simbolismos, imágenes, alusiones y metaliteratura, no encuentra lo que causa el terror. Son esas obras que, sin asustar, el crítico o el autor las ensalzan al ser esas obras donde el terror es más autentico puesto que pulsa en los hilos intelectuales, racionales que vibran en el universo y el hombre. Obras donde le terror es el terror a la soledad, el terror a la diferencia, el terror a la igualdad, el terror a la cosificación… obras donde el terror toma un objetivo incorpóreo, en un alcance académico, ya sea en el sentido más apolillado del término o el más rabiosamente rupturista y experimental.

Como amante del terror sobrenatural, desconfío de este último tipo de obras. No las repudio, algunas son excelentes, de lectura penetrante, formulación atractiva, argumento interesante: buenas obras literarias. Sin embargo veo cómo algunos garúes de los cánones intentan imponer este tipo de obras como el referente absoluto y perfecto del relato de terror, y eso me preocupa, me incomoda.. Es como si el terror intentase zafarse de la etiqueta de ‘literatura popular’ recurriendo a los argumentos snobs y academicistas que esgrimen algunos de los contrarios a las literaturas de género. Como si dijésemos, vamos a copiar la tendencia de la ‘buena literatura’ (aburrida, vacua, sosa) para así sentirnos mejor con nosotros mismos.

Bueno, ya lo he escupido.

Para finalizar, recomiendo a todos que, de la forma que sea, se hagan con un ejemplar del libro. Que busquen en bibliotecas, es un libro que merece la pena.