lunes, mayo 21, 2007

China y las revistas de Terror

Leo en la última actualización de Stardust lo siguiente: las autoridades chinas retiran de los kioscos y establecimientos similares todas las revistas y publicaciones que hablen de fantasmas… podrían afectar a la salud pública.

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Creo que el acto en sí ya conlleva la reprobación ante lo que de censura tiene (y de ridículo), y como cualquier persona sensata está en contra de la censura y a favor de la educación…así que pasaremos a otros lares.

Uno de los elementos más perturbadores es el de que, para una de tales revistas, había corrido el rumor de que, al escribir el nombre de una persona en ella, tal persona moriría en breve.

¿La gente, sobre todo, la gente joven puede llegar a ser tan crédula?

Recuerdo cómo una vez, hace ya un tiempo, por casualidad, fui a parar a un foro de amantes del género vampírico. Recuerdo el asombro que me produjo el leer cómo gran cantidad de jóvenes, niños y no tan niños, pedían, suplicaban, rogaban y creían a pies juntillas la presencia en el mundo de auténticos chupasangres, con cuyo mordisco pasar a un nivel más elevado de existencia. Dos cosas: la primera es observar el estado de frustración que opera en dichas mentes, tal grado de desapego y desarraigo que les impulsa a buscar esa forma de escapar del mundo (costumbre adolescente pasajera) aburrido e incomprensivo, a otro de libertad y superioridad. La segunda: la credulidad. La superstición, la necesidad profunda que todavía subyace en nosotros de confiar en algo sobrenatural. La capacidad de sugestión que nos lleva a admitir la realidad de algo manifiestamente irreal y fantástico.

Quizá nosotros mismo debamos bucear en nuestro inconsciente menos profundo, descubrir nuestro nivel de credulidad, la zona frágil de nuestra racionalidad, el oscuro lugar donde los deseos y las frustraciones agrietan el sustrato de sentido común.

Saludos, estimados lectores

martes, mayo 15, 2007

Básicos, a secas: Ligea, de Lampedusa

Es bueno beber en otras fuentes, comer en otros platos. Y si este blog suele decantarse por la temática terrorífica como algo habitual, no significa que esto sea así siempre.

Voy a hablar de una novela corta, de una de esas joyas de la literatura fantástica escrita por autores no encasillados en tal género, una de esas gemas que quedan enterradas entre los polvos que levanta una hermana mayor.

Hablo de Ligea, del autor italiano Giuseppe Tomasi de Lampedusa. (En otras ediciones se titula El profesor y la sirena)

Todos conocemos la maravillosa El gatopardo; algunos, hasta lo habremos leído y disfrutado con la belleza formal y de fondo que nos presenta, pero son pocos lo que he tenido la oportunidad de conocer que hayan dado con esta novela corta de temática fantástica. Y es que, a veces, la sombra del gigante oculta la exquisited sencilla de otros brotes.

Ligea habla de una sirena, sí, de uno de esos seres mágicos y elusivos, habla de un viejo profesor de lenguas muertas, una eminencia; habla de su juventud, de la juventud llena de planes y dispuesta a entrar en el futuro; de ese momento de felicidad absoluta que a veces la vida nos ofrece, de cómo y porqué ese profesor conoció a una hermosa sirena y de qué aconteció después… de un hermoso pedazo de costa italiano. Y no diré nada más. Sólo que para los amantes del fantástico, debería ser una obra de lectura obligada, o al menos recomendada.

Elegir a Lampedusa es elegir bien, es permitirnos el lujo de pasar un buen rato, de acercarnos a la auténtica medida de la buena literatura, de lo que yo considero literatura de vedad: una historia, una buena historia, bien contada, bien escrita. El único problema: encontrar el libro. Pero, qué vamos a decir los bibliófilos apasionados: en la búsqueda uno también encuentra placer.

*Como noticias de última hora, en Iberlibro, para los curiosos, he encontrado que los ejemplares accesibles son los que usan el título de El profesor y la sirena aunque la edición que leí yo, de Bruguera, tiene el título original.

Lean, lean… y vuelen al mar a buscar su destino.

Lampedusa en wikipedia

lunes, mayo 07, 2007

Esta vez en Miasma

Pues eso, que en el mes de Mayo aparecerá en este fancine uno de mis relatos: El mazo.
Espero que quien lo lea lo encuentre de su agrado.

Saludos

Miasma

Pulse o lo perturbador del cine oriental.

A veces el terror viene determinado por elementos ajenos a la propia trama de la historia. Es algo que, sobre todo, se puede observar en el cine de terror. Hablo de la forma de narrar, hablo de la idiosincrasia que empapa al narrador, director o creador, hablo de las peculiaridades culturales que nos impregnan como ciudadanos de uno u otro país, como elementos de una u otra cultura y que, obviamente pasan a formar parte definitoria de la historia que cuentan

El ejemplo claro de esto que digo viene dado por el nuevo cine de terror oriental. Ayer estuve viendo Pulse (kairo), una extraña y desasosegadora película del director nipón Kiyoshi Kurosawa. Y ayer me di cuenta que buena parte de la inquietud que me trasmitía la película no venía dada por la historia en sí, por los efectos de imagen, la fotografía… no, más bien esa inquietud venía reafirmada y enfatizada por la extrañeza, por la diferencia entre la cultura japonesa, sus comportamientos, su forma de mostrar y de provocar emociones, sus tics, culturales, tan distintos a los nuestros, por mucho que nos emperremos en agarrarnos a eso llamado cultura global.

Es quizá por eso que tengo unas sensación tan distinta, un recuerdo diferente cuando vuelvo a las dos versiones de The Ring, excelentes ambas, la occidental y la original.

Obviamente también hemos de indicar lo mucho que ayuda a esa sensación de extrañeza la distinta visión de lo sobrenatural que ambas culturas tenemos. Los fantasmas japoneses son distintos a los fantasmas occidentales; muchas veces en su propio origen, en el motivo de su fantasmalidad, y también porque en ellos en ellos ese hieratismo, esa falta de emocionalidad propia de la cultura nipona se hace más patente, insuflándoles un añadido perturbador a lo propiamente sobrenatural.

Añadir a esto que Pulse es una de esas películas que al menos todo buen aficionado al cine de terror debe ver. Es un film difícil, a veces inclasificable y desorientador, es un cine que incide más en lo visual que en la trama, que en la coherencia del argumento o su claridad. No hay efectos especiales exagerados, sólo un efectismo cuidado que empapa la fotografía, los ángulos de cámara…

Vean, vean… y cuidado, mucho cuidado si algo les resulta extraño en su ordenador.