lunes, mayo 07, 2007

Pulse o lo perturbador del cine oriental.

A veces el terror viene determinado por elementos ajenos a la propia trama de la historia. Es algo que, sobre todo, se puede observar en el cine de terror. Hablo de la forma de narrar, hablo de la idiosincrasia que empapa al narrador, director o creador, hablo de las peculiaridades culturales que nos impregnan como ciudadanos de uno u otro país, como elementos de una u otra cultura y que, obviamente pasan a formar parte definitoria de la historia que cuentan

El ejemplo claro de esto que digo viene dado por el nuevo cine de terror oriental. Ayer estuve viendo Pulse (kairo), una extraña y desasosegadora película del director nipón Kiyoshi Kurosawa. Y ayer me di cuenta que buena parte de la inquietud que me trasmitía la película no venía dada por la historia en sí, por los efectos de imagen, la fotografía… no, más bien esa inquietud venía reafirmada y enfatizada por la extrañeza, por la diferencia entre la cultura japonesa, sus comportamientos, su forma de mostrar y de provocar emociones, sus tics, culturales, tan distintos a los nuestros, por mucho que nos emperremos en agarrarnos a eso llamado cultura global.

Es quizá por eso que tengo unas sensación tan distinta, un recuerdo diferente cuando vuelvo a las dos versiones de The Ring, excelentes ambas, la occidental y la original.

Obviamente también hemos de indicar lo mucho que ayuda a esa sensación de extrañeza la distinta visión de lo sobrenatural que ambas culturas tenemos. Los fantasmas japoneses son distintos a los fantasmas occidentales; muchas veces en su propio origen, en el motivo de su fantasmalidad, y también porque en ellos en ellos ese hieratismo, esa falta de emocionalidad propia de la cultura nipona se hace más patente, insuflándoles un añadido perturbador a lo propiamente sobrenatural.

Añadir a esto que Pulse es una de esas películas que al menos todo buen aficionado al cine de terror debe ver. Es un film difícil, a veces inclasificable y desorientador, es un cine que incide más en lo visual que en la trama, que en la coherencia del argumento o su claridad. No hay efectos especiales exagerados, sólo un efectismo cuidado que empapa la fotografía, los ángulos de cámara…

Vean, vean… y cuidado, mucho cuidado si algo les resulta extraño en su ordenador.