domingo, septiembre 30, 2007

Nueva publicación

Esta vez en NGC 3660.
Se trata de Naúfrago, una incursión en le Ciencia Ficción. Un relato que sin todos mis compañeros de Taller CF 7 no hubiera salido del cajón virtual
Gracias a todos

Básicos del terror: La lotería, de Shirley Jackson

Hay depredadores que esconden su esencia asesina, que la diluyen y mimetizan para darse un aspecto confiado e inofensivo. Se ponen a tu lado, te acarician, te embriagan y aturden con un ritual exquisito y sutil. Quizá intuyes algo, una parte de tu ser, íntima, te previene, te llama a huir, pero el poder de seducción de esos ojos es sobrecogedor, intratable. Cuando te has dado cuenta, ya es demasiado tarde, su abrazo mortal ha hecho presa en ti; sientes una laceración, un postrero pinchazo de infinito dolor. Luego la negrura, el vacío.
Este relato de Jackson actúa a así. Te arrulla, te fascina, te dejas llevar por su ritmo pausado y bucólico. Pero sabes que es un relato de miedo, sabes que el germen de lo maligno anda suelto, se esconde ahí, entre esas frases inocentes, tras esas imágenes inofensivas. Llega un momento en que crees intuir por dónde va a venir el abrazo de sobrecogimiento... sí, una vaga penetración en el futuro.
Y cuando llega, te sacude; la conmoción tarda en penetrar con todo su vigor, pero ya está dentro de ti; te ha cogido.
Respiras. Te permites una sonrisa: una sola sonrisa fría de reconocimiento, de admiración.
Es lo que tiene leer un buen, un magnífico relato.
El terror se esconde en la mayor de las inocencias, el terror bulle y germina en cualquier situación, hasta en la más casual de las acciones.

Lean, lean... y cuidado con los juegos de azar

jueves, septiembre 20, 2007

El color que cayó del cielo... en Perú

A veces la ficción, se adelanta a la verdad, no sólo en cuento a las posibilidades de futuro se trata, sino, a veces, en cuanto a las sorpresas que la naturaleza puede darnos… amargas sorpresas.

¿Quién de los aficionados a la literatura de terror no ha leído el relato del maestro Lovecraft El color que cayó del cielo? Se trata de uno de los más famosos y, para algunos, de los mejor trabajados del autor de Providence. ¿Y Quién no se ha sorprendido al leer en la prensa, estos días, las noticias sobre la caída de un meteorito en el Perú? No hablo de la caída en sí… y eso que ha sido espectacular —basta ver las imágenes del cráter, ese acercamiento visual a los misterios del espacio—. Hablo de los sucesos posteriores

Lean en el diario El mundo:

Noticia

Cefaleas, vómitos, diarreas… todo el que se acercaba al cráter terminaba infectado por un tenebroso mal.

El misterio nos rodea, la imaginación, en su vertiente más oscura y descabellada, puede acertar en su desvaríos, acercándonos a una realidad menos amable, más vertiginosa, desconocida, que acecha…

Coman, duerman, vivan... y de vez en cuando miren al cielo; sí, miren.

viernes, septiembre 07, 2007

De lo sobrenatural y de lo humano en el terror. Reflexiones a vuela pluma

Dándole vueltas a la mollera, tras haber leído el libro Horror 7 de Martínez Roca Gran Super Terror, me di cuenta de lo mucho que me gustaba el terror de corte sobrenatural. Y de ahí a ponerme a pensar en porque no me gustaba tanto ese otro, el que tiene al propio comportamiento humano como origen y protagonista, sólo pasó un minuto, más o menos.

Claro, a veces uno termina por descubrir que, en realidad, dicha animadversión es una supina estupidez. Porque al final lo que importa es la calidad, y un buen terror que no contenga elementos sobrenaturales, con una buena trama, un enfoque original, un lenguaje hermoso… entonces pasa a ser un buen relato, a secas, sin más: algo que merece la pena leer y disfrutar.

Claro, entonces ¿Por qué ese distanciamiento? La respuesta es clara. De la misma forma que el terror sobrenatural es un campo abierto y fértil, un campo donde las nuevas ideas nacen con relativa facilidad puesto que todo vale; el otro terror, aquél que protagonizan los actos humanos puros y duros, sus deseos, sus fobias, sus desequilibrios: ése es un lar trillado, un campo en el que la semilla se enfrenta a una tierra dura, pisoteada. Allí el agricultor tiene que esmerarse para no obtener otra simple, chusca, desagradable zarza más, puesto que en él sólo suelen nacer zarzas y más zarzas —psicópatas, sociópatas, monstruos, desequilibrados, asesinos más o menos cultos, más o menos exquisitos, más o menos sangrientos, deformaciones de la naturaleza… todos iguales con ropajes distintos—, todas cortadas por el mismo patrón, zarzas que sólo se diferencian en el nivel de brutalidad, en lo explícito de sus imágenes y otras varas de medir simplonas, comerciales, sin belleza, sin esencia.

Y esto me hace confirmar más si cabe mi opinión, la de que hay que dejar atrás la valoración de los géneros; el género sólo entorpece, el género, como definición y guía, a veces es una rémora pesada que nos aleja de joyas. Hay que saber dejarlo en su sitio, en un plano secundario. Sólo cuenta el relato, la creación en sí. Y entonces sí, ser duro, ser implacable, ser cruel y despreciativo si llega el caso; o disfrutarlo, releerlo, valorarlo y recomendarlo.

Porque aunque me guste el terror sobrenatural, debo admitir que en él hay creaciones aborrecibles, tantas como en el otro, y si existe una inclinación hacia él, quizá sea más bien gusto personal y no valoración objetiva.