lunes, enero 28, 2008

Básicos del terror. Carmilla, de Le Fanu.

De entre todos los antecedentes históricos que el vampiro por excelencia, su majestad Drácula, pudo tener, resalta por su energía, originalidad y valentía Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu.

Permítanme hacer una breve mención y exposición de este clásico:

Le Fanu está considerado el padre de la Ghost Story. Nacido en Irlanda en 1814, siempre atormentado por una vida interior oscura, por una visión derrotista del mundo que le rodeaba, Sus obras abren la puerta a una nueva concepción del terror, siendo en algunos casos, como el que nos atañe, una pionero. Aunque en algunos casos, siguen influenciadas por un decadente género gótico. La Fanu rompe definitivamente con el corsé del género y abre las puertas a la modernidad, a una nueva concepción del terror, más íntima, menos estrambótica, donde los decorados de leyenda se difuminan y ceden preeminencia a las situaciones cotidianas.
Volvamos a Carmilla.

Hablamos de Energía. La lectura de Carmilla es sencilla, sin grandilocuencias, el narrador no necesita de la aparatosidad inherente al relato gótico. El relato se desgrana en tres actos básicos: la presentación del vampiro, la narración de los efectos de esta presencia, el desenlace natural con la caza y aniquilación del monstruo.

Hablamos de originalidad: con Carmilla , la figura folklórica del vampiro se racionaliza, adopta un sesgo menos popular y más sofisticado; el monstruo no es un ente simple, un ser básico con deseos primordiales y un modo de proceder sencillo. No, Carmilla no sólo aterroriza, también fascina a su víctima, entabla con ella una relación más allá de la simple dualidad monstruo-víctima propia de la leyenda popular. Aunque la visión del vampiro de Le Fanú es muy cercana a la que la superstición tenía por entonces: la de un muerto redivivo, es más tarde cuando éste adquirirá ese otro sesgo más diabólico.

Por último, hemos mencionado como característica la valentía. El autor insufla a la acción, entre líneas, una carga gran erótica, arriesgada para la concepción moral de la época en la que escribió y vivió. Lamentablemente Carmilla ha ganado su fama más debido a este hecho y su posterior aprovechamiento cinematográfico, que a su indiscutible calidad estilística y argumental. Por su puesto no podemos olvidar que, ciertamente, Carmilla es una obra de gran cara sexual. Algunos críticos modernos la ven como una metáfora feminista, que postula de forma sutil una, entonces inexistente y perseguida, libertad sexual femenina. Recordemos que en la época Victoriana la moral estaba teñida de cruda represión, de oscurantismo; se soportaba sobre valores morales de efecto represivo y enajenante.

Carmilla es un antecedente. Es muy probable que Bram Stoker escribiera parte de su obra influida por el texto de Le Fanu; hay demasiadas concordancias en la manera de preceder del vampiro, la forma de destruirlo.

Aún hoy en día Carmilla es todavía un antecedente de gran influencia en la visión moderna del vampiro, sobre todo en la obra de Anne Rice, con esa sofisticación y ese sutil aroma a decadencia y crueldad.

Sin duda alguna hablamos de un clásico a recuperar, de una lectura obligada para todo buen amante del terror.

viernes, enero 25, 2008

Pensamiento mágico

He terminado mi lectura del magnífico libro Brujería e Inquisición en Aragón, de Ángel Garí. No deja de sorprenderme la fascinación que el tema de la brujería, en su vertiente histórica, antropológica y folklórica tiene en mí. Cada lectura supone un nuevo descubrimiento o una reafirmación de conceptos nebulosos que se van clarificando.
El tema de la brujería es un recurrente universal asociado a una cosmovisión, a una forma de relación hombre / universo muy determinada. Llegamos a la frontera donde la Ciencia o no existe o se hace insuficiente para interpretar o controlar el Universo o partes significativas de él, donde se hace necesario crear y creer en unas leyes que nos permitan interactuar, tener la sensación de que somos capaces de hacer algo, dejarnos con la tranquilidad en el cuerpo de que todavía tenemos una cierta capacidad de dominio.
Hablamos del pensamiento mágico, un campo histórico fascinante donde se bucea tanto en la Historia, como en la Antropología, como en la Religión, donde el teorema se ve sustituido por el mito, donde el experimento fenece en detrimento del rito, donde la experiencia desparece en aras de la tradición.
No me considero un supersticioso, no doy crédito a esa visión; pero sin embargo no dejo de emborracharme con su penetración, con su capacidad de ilumina ciertos recovecos del alma humana con otra luz. Nos lo creamos o no todavía nos vemos influidos por todo esto, son demasiados los arquetipos que se crearon, múltiples los paradigmas culturales y psicológicos. Y con esto lo que quiero decir es que, aún cuando ese pensamiento mágico no nos sirva para interpretar el universo, sí tiene la capacidad manifiesta de enseñarnos a comprender algunas de las actitudes del hombre, de su expresiones, de su emotividad; y es ahí, precisamente, donde reside su importancia.

lunes, enero 21, 2008

Eso de escribir...

Fue en una reunión de amigos, una de esas de domingo por la tarde: picoteo informal, algún juego donde no se tenga que pensar mucho, un rato de puesta en común, futuras quedadas… y la pregunta del millón.
¿Oye, tío. Y tú de dónde sacas las historias, el material, para tus relatos?
Así, a bocajarro, sin preparación previa, ni calentamiento, ni periodo de reflexión.
Y claro, me pusieron en un aprieto porque no soy uno de esos escritores que se pueden catalogar como de método.
Desde que el hombre es hombre, aprendió a escribir y editó, surge la duda del origen de la creatividad, de los diferentes métodos, escuelas y trucos. En mi caso soy de los que tiene la certeza de que una historia es como un ser vivo: o sea que se desarrolla solo.
Pocas veces me hago esquemas previos. La idea aparece como por arte de magia. A veces posee un disparador puntual, una noticia, un comentario, una imagen. Otras no hay nada que pueda considerarse como origen claro… unas pocas son obsesiones que continuamente rondan por la cabeza de este pobre creador.
Pero lo común a todas ellas es que se desarrollan conforme los folios avanzan: historia y personajes. Es como si el carácter se fuera perfilando a cada golpe de párrafo, como si a cada página adquiriera una mayor corporeidad y consistencia. A veces me asombra este proceso inconsciente de ensamblado, otras me asusta cómo esta construcción sobre la marcha que cierra los flecos con una flexibilidad apabullante, con certero atino… tengo la sensación en algunos casos de que todo el relato ya está formado en una pozo inconsciente y sólo soy un mero accesorio, el tipo que va al pozo, echa el cubo y va sacando y llenando el abrevadero.
Pero el momento de éxtasis surge cuando, en medio de la escritura, surge la idea feliz, el giro que ordena la barahúnda mental que se ha ido formando en el progresivo avance, que aclara todo, que deja a los personajes en su sitio y enfila el argumento por el carril correcto.- Como escritor, como creador no hay nada como es golpe de adrenalina, la euforia que se descorcha efervescente, te llena de una alegría silenciosa y te apresura aún más en la escritura.
Por el contrario, no hay mayor agonía que ver la historia enfangada en un lodazal sin sentido, una historia que divaga sin su hilo conductor, una simple buen comienzo que no ha terminado de enraizar y que, probablemente, habrá que abandonar a su suerte en pocos días.
Por fortuna, aparece ese día, esa mañana, noche o tarde en la que el cerebro se retuerce, en la que en una explosión de casualidad retomamos la idea y le damos el sentido que antaño no tuvo. La mente no desperdicia nada, se lo aseguro, en un momento u otro recicla.

viernes, enero 18, 2008

Libros y brujería

No estoy muy seguro si fue mi pasión por la Historia de las Religiones, la Mitología, las supersticiones, el mal como realidad filosófica, religiosa, moral y estética… lo que me condujo a este gusto por el género de terror, o quizá fue al revés, aunque no me hubiera dado cuenta conscientemente de ello en mi adolescencia y juventud (que es donde se crían estas aficiones que posteriormente maduran)
Lo cierto es que es así. Y paralelo a ello aparece mi pasión por los libros. Y es así como una se convierte, si no en un coleccionista compulsivo, sí en un fisgón, siempre a la busca de nuevas y gratas adquisiciones.
La más reciente, un ejemplar de La Inquisición española, de Henri Kamen, un diccionario de brujería y satanismo, de esos que los bibliófilos matan por conseguir, El miedo en Occidente de Jean Delumeau (uno de los libros más recomendables para entender los mecanismos históricos y psicológicos del miedo desde lo social), y el libro en el que ando enfrascado ahora: Brujería e Inquisición en Aragón, de Ángel Gari, una espléndida, instructiva, clara y amena obra que nos introduce en el universo de la brujería como suceso histórico y popular.
Me detengo en este último por su novedad, y sobre todo por que, puede ser, para aquellos que quieran sumergirse en esta temática de forma rigurosa la mejor forma de hacerlo junto a la magnífica Las brujas y su Mundo, de Caro Baroja.
Cosas que sorprenderán: la idealización literaria y cultural que ha maquillado la auténtica brujería, pacata, vulgar, supersticiosa, ruda… mostrándonos una imagen idealizada hacia lo idílico o ennegrecida por un exceso de maquillaje terrorífico. Es curioso descubrir qué era lo que los supuestos brujos y brujas buscaban y hacían… curioso por lo simple e intemporal: dinero, poder y sexo. También interesante el papel que el clero instruido y algunos intelectuales tuvieron en el desarrollo de los tópicos asociados a la brujería, como Aquelarres, Conventículos, Familiares, pactos diabólicos, males, hechizos y sortilegios (siendo los auténticos creadores de ellos)
Lo dicho.
Sumérjanse, aprendan algo más del hombre y sus realizaciones más oscuras. Profundicemos en las capas más primordiales del conocimiento, de la interacción con el universo.

miércoles, enero 16, 2008

La mutación del mal

A veces una simple película sin demasidas pretensiones, en uno de esos días especialmente fértiles en lo que a pensamiento se refiere, da como resultado una sorprendente interpretación de hechos, argumento e imágenes, que va más allá de una mera crítica superficial, de un comentario sin más.
Esto me sucedió tras ver Halloween de John Carpenter. Después de escuchar parte de los comentarios que el director de festival de cine de Sitges realizaba, navegando por lugares comunes y citas históricas.
Me siento orgulloso, especialmente orgulloso de lo escrito.
Aquí les muestro una parte, el resto pueden leerlo en ScifiWorld, en mi artículo semanal


"[...]En toda cultura subyace un sustrato, en mayor o menor medida, maniqueo: enfrentamiento del bien contra el mal; son muy pocas aquellas que se libran de esta disposición. Esto es fácilmente visible en las culturas y periodos históricos en los que lo religioso tiene preponderancia, y sobre todo en el horizonte más popular, menos intelectual y académico. La tendencia a la personificación, la necesidad de ver, de corporeizar esas fuerzas enfrentadas, ha sido otra de las constantes a tener en cuenta. Tanto lo bueno como lo malo necesitaban ser palpados, asumir roles que permitieran una mejor ejemplificación, comprensión, o simplemente presencia. Dioses, diosas, demonios, diablos, monstruos míticos, divinidades de todo signo aparecieron y desparecieron a lo largo de los siglos. El género de terror ha dado buena cuenta de ellos, mostrándonos toda una galería de aportaciones malignas teñidas de con mayor o menor ambigüedad, de un sesgo religioso.
¿Pero qué sucede en los tiempos en los que la creencia es un valor en baja, casi extinto? ¿Tiempos donde moral y religión se separan? ¿Qué sucede cuando las imágenes creadas han perdido su función evocadora y sólo se mantienen como comparsa de un circo entre dantesco y humorístico?
Sucede que la dialéctica bien mal permanece, secularizada también, quizá pervertida y desequilibrada, las modalidades de aparición antiguas no sirven, se han quedado caducas, y por ello se han de buscar nuevas formas de expresión.[...]"

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jueves, enero 10, 2008

LLorar por el pasado, esperanza en el futuro

Desgraciadamente, en España, la literatura de terror, al menos la que está creada de manera específica para ella, no de manera involuntaria, nunca ha sido demasiado apreciada ni ejercitada.
Estos días ando metido en la relectura de ese clásico que todo amante de este género de este país debiera también leer alguna vez: Historia Natural de los Cuentos de Miedo, de Rafael Llopis. El autor achaca ese desapego del que hablo a la nefasta influencia que los siglos XVII y XVIII tuvieron en nuestra cultura literaria; hablamos de una España abandonada, aislada culturalmente, fuera de las corrientes estéticas, sociales y filosóficas que discurrían en nuestros vecinos y no vecinos: neoclasicismo, romanticismo, empirismo, racionalismo… etc.. Hablamos de un país anclado en las ‘viejas costumbres’, supersticioso, misántropo, bruto y orgulloso. Un país en el que la incultura era signo, como dice LLopis, de virilidad, y donde cualquier entrada de aire puro era rechazado de plano, tanto por las clases dominantes (nobleza y clero) como por el vulgo, más dado a encontrar algo que echarse al gaznate cada mañana.
Pero para un más detallado análisis de esto de lo que hablo, les remito a dicho libro (ahora sólo presente en los circuitos de segunda mano, aunque debería haber alguna editorial que se atreviese a reflotar por su inteligencia, atino, carácter pedagógico y fascinante lectura)
Baste decir que la novela y el relato de terror modernos nacen de un ‘residuo’ que el romanticismo, con su reacción ante el racionalismo más asfixiante, deja en la sociedad: ‘la cultura popular’.
En España apenas ha existido ese concepto: cultura popular, tomado en su vertiente original. Nuestras clases dominantes siempre le tuvieron un encono especial a cualquier muestra de inteligencia, pues consideraban que una cantidad excesiva de reflexión crítica, de cultura, de atino, era perjudicial para la buena marcha moral del conjunto, y sobre todo para una mantenimiento a capa y espada de sus privilegios. La novela, el relato, son referentes puros de la cultura popular en el resto de Europa y en Estados Unidos: en ellos evoluciona, toma prestados elemento de su acervo cultural, roba, en algunos casos, elementos exóticos de otras culturas. Es un balón de oxígeno para el vulgo, una forma de afirmar su presencia, su influencia.
Aquí convivíamos con las vidas de santos, obras piadosas, un teatro gazmoño y una dejadez que apenas compensaban unos pocos autores, ahora consagrados por el paso de la historia.
Mientras: en Inglaterra se creaba la novela gótica, esta se desintegraba y mutaba hacia la novela policial y la de terror en su vertiente fantasmagórica —Maturin,James, Le Fanu, Bronte…; en Francia y en Alemania y demás países: Maupassant, Huismass, Balzac, Hoffman, Heine y otros muchos, se centraban o jugueteaban con el fantástico más o menos macabro, diabólico o numinoso; en Estados Unidos lo mismo hacían Irving, Hawthorne, Poe…
Y aquí, bueno, aquí mejor no llorar: teníamos la miseria, el orgullo, la ignorancia y la hipocresía. Las clases cultas haciendo ostentación de un elitismo vacío, de una verdad sobredimensionada y cerril.
¿Y ahora qué?
Parece que el fantástico resurge con fuerza, si no en el mundo editorial, sí en una nueva generación de creadores que se arriesgan, que hacen frente a los nuevos enemigos; por un lado de esa otra cultura popular facilona, circuito de superchería, chabacanería, cuchicheo, escándalo, cotilleo y fama facilona; por otro el elitismo cultural cerrado y experimental del academicismo que abjura del fantástico como un vampiro clásico del ajo, que se considera el portador del canon literario, luminaria única del desarrollo de las letras; y aún más, por al invasión de obras ajenas de calidad más que dudosa, pero de rápido yalto beneficio económico para las editoriales.
¿Qué será de ellos? ¿Qué será del relato, de la novela de terror en España a partir de ahora?
Les invito a comprobarlo.

miércoles, enero 09, 2008

De nuevo en SciFiWorld

Esta vez homanajeando a la mítica editorial Martínez Roca, en la época en la que apostó por el género fantástico y nos hizo disfrutar de lo lindo a los amantes de dicho trasunto.

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Monstruoso... o como zaherir al espectador desprevenido

¡Oh, cielos, ahí viene!

Es la imparable estrategia comercial de MonstruosoCloverfield, para los amigos—, la nueva película de bicho devastador, de catástrofe y escabechina, creada por J.J. Abrams, también padre de la criatura televisiva Perdidos, dirigida por Matt Reeves.

¿Qué no saben nada?

Dios mío, entonces son ustedes de los pocos afortunados a los que eso del Marketing viral no ha contagiado hasta la nausea con una embestida tras otra. Y es que, quizá, el dichoso monstruito de marras, sí, otro más al que le da por arrasar la mítica ciudad de Nueva Cork, aunque sin rostro ni cuerpo, ya ha dado la lata por internet más que cualquier video casero de porrazo y risa fácil, maciza plástica zumbona, o patán de miembro ciclópeo.

Creo que he perdido la cuenta de rumores, de esas cosas llamadas teasers (Dios mío, ¿cómo he podido vivir hasta hora sin saber lo que era eso? ), de trailers en idiomas mil, trasuntos del bicho de marras y demás zarandajas publicitarias destinadas a sembrar la duda y el interés en igual medida.

¿No lo notan? Odio ese tipo de promociones. Sueles ser sustitutivos de un producto mediocre, meras alharacas y fuegos de artificio que deslumbran, pero no terminan de iluminar nada.
Son como antibióticos mal usados, y ya saben ustedes, queridos lectores, ¿qué es lo que sucede cuando abusamos de dichos elementos? Que en este caso cualquier película de buena factura, excelente guión y demás beldades, cuando asoma la cabeza, se ve ninguneada por ese asqueado “ya estoy harto, me están vendiendo otro cuento”.

Quizá Monstruoso sea una gran película, ojalá me equivoque en mi intuición; ojalá disfrutemos en la pantalla y me olvide de estas palabras. Pero mucho me temo que los amantes del género fantástico, y lo que es peor, los que no lo son y andan buscando reconciliarse, recibiremos el enésimo varapalo envuelto en un papel preciosista, en caja de colorines, perfumado y con lazo
Y si no se lo creen, echen un vistazo a cualquier web dedicada a lo fantástico y el cine, lean los últimos artículos, las últimas entradas, y cuenten, cuenten: a ver cuantas de Monstruoso o Cloverfield encuentran

viernes, enero 04, 2008

La cosa

Hay un subproducto del género terrorífico, el ‘de monstruos’ que, con el paso del tiempo, ha ido perdiendo, sino importancia, sí al menos prestigio y calidad, tanto en su vertiente literaria, donde casi ha desaparecido, como en la cinematográfica, donde goza de una mayor repercusión. Y si ya hablamos del monstruo alienigena, ¿qué más queremos? Entonces, ahora, literariamente, apaga y vámonos, y cinematográficamente, pues bueno… cleenex y paciencia
Y sin embargo uno mira atrás y contempla con sana envidia maravillas como Alien, el octavo pasajero, y la que hoy me trae de nuevo con ustedes: La Cosa, el film de John Carpenter

Si nos preguntamos cuáles son los aciertos de La cosa, primero deberíamos olvidarnos del monstruo en sí para recorrer con mirada temerosa cómo el director genera un entorno físico y psicológico apabullante. Los dos aciertos de la película son estos, no tanto el formato físico que plantea el monstruo, con sus apariciones terroríficas, y los efectos especiales asociados.
No, la historia bebe de dos miedos arcaicos, la soledad y el engaño.
Recordemos que la película se desarrolla en una base antártica. Por casualidad, un ente alienigena, que tiene la capacidad de infectar para luego mutar y suplantar a cualquier ser vivo, se introduce entre los componentes de dicha estación.
El encierro opresivo de la antártica, la soledad que rodea y define al grupo, asilados del resto del mundo, expuestos a un peligro invisible, un peligro que hace que uno dude hasta de su mejor amigo, Carpenter se recrea y nos enfrenta al terror en su estado más puro. La duda como antecedente de la inquietud, la desconfianza como previo al temor, la incertidumbre como generadora de terror.
En cierto modo son elementos que también se explotan en mayor o menor grado en su antecedente: Alien, donde quizá la soledad, orientada hacia la soledad del individuo, más que hacia la soledad como aislamiento del grupo, adquiere un mayor énfasis.
Atención a la banda sonora que acompaña a las imágenes, sobria, efectista sin caer en la exageración, contrapunto perfecto que sin cobrar protagonismo, subraya nuestro miedo con una línea vacilante.

La cosa tiene un antecedente en la conocida y estupenda a su manera El enigma de otro mundo. Ambas están basadas en un relato de John W. Campbell Jr. (who goes there?), aunque la versión de Carpenter es más fiel al argumento de dicha creación.

No se la(s) pierdan. Es (son) un clásico.

miércoles, enero 02, 2008

Nuevo artículo en SciFiWorld

Esta vez entro dentro de 'La Niebla', la estupenda película de fantasmas de Carpenter. Repito la recomendación que hago, cualquier aficionado al terror que se precie debe verla.

Espero que os guste.

... Y, por supuesto, Feliz Año a todas y todos

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