lunes, enero 31, 2011

Penitencia, de Joe Álamo. (Espoilers)

Esto es una suerte de experimento.

Hace tiempo que dentro de Nocte hablamos de la poca interacción crítica que hay entre lectores y autores dentro del género. Hablamos de que todo se suele resumir a un, me ha encantado, me gusta, cojonuda tío, lo mejor que has escrito... sin ningún elemento de juicio crítico de por medio, una lamida de trasero tras otra que no conduce a una mejora del autor al ver detectados supuestos errores, o simplemente a no saber qué impresiones reales ha causado en sus lectores.

Para empezar. Penitencia me ha gustado, lo pasé bien leyéndola, disfrute del argumento y de la mala leche de Joe, pero la vi mejorable, algo coja. Y así se lo hice saber al autor-

Esta entrada en el blog reproduce nuestra conversación por correo.

Le he pedido permiso para reproducirla, porque creo que puede ser interesante leer la interacción lector autor

Obviamente se habla del argumento y hay bastantes referencias que reventarían la lectura a un nuevo lector, así que, cuidado.

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[Innsmouth]
Buenos días, Joe.

Pues eso, como te comenté en mi odiado Facebook, por fin terminé con tu últimas novela, Penitencia.

La verdad es que tengo sentimientos encontrados con ella. Qui´za por ello, antes siquiera de plantearme si voy a hacer algún comentario en el blog, prefiero hablarlo contigo.

Ya sé que apenas nos conocemos. Por eso no tendrías que saber que a la hora de comentar literatura de terror soy un auténtico hueso muy duro de roer. Así quee spero que no te sienten mal algunas de las cosas que te voy a contar.

Si piensas que me paso, que me meto en camisa de once varas, pues con toda confianza, nos mandas a mí y a mis consideraciones al carajo.

Y es que veo Penitencia como una buena novela, pero una novela que al final ha fallado, no porque sea mala, que no lo es, sino porque podría haber sido infinitamente mejor.

La sensación que me da es la de un escrito preliminar; me explico. Hay autores que tiene la historia en la cabeza, enterita, empujando, nerviosa, pujante... necesita salir como sea. Estos autores escriben sin mirar, de un tirón, sin corregir, sin detenerse. Esperan a que el engendro salga del todo, y entonces se ponen manos a la obra: la pulen, cortan, quitan, ponen, cambian...

Lo que he leído me da la sensación de ser un escrito en ese estadio intermedio. Bruto, con futuro, pero sin pulir, sin mejorar. El argumento es fascinante, el espectro de personajes, estudiado, cuidado, como un mecanismo de relojería... pero no acaban de cuajar. No cuajan porque a pesar de que parecen tener personalidad propia, esta no se ha aposentado, suena forzada: tópica. Y cuidado, que soy de los que piensan que todos, a la postre escribimos cargados de tópicos, de eso no se libra casi nadie, solo los superdotados de la literatura, los elegidos que germinan cosas nuevas: el resto lo que hacemos es jugar con juguetes de otros, construyendo historias los mejor que podemos. Lo cierto es que conforme leía me quedaba con ganas de más, de que no solo te limitases a unas breves pinceladas tópicas que plantaran a los personajes, quería más, daban de sí mucho más, podías haber profundizado más. No sé, creo que a lo mejor decidiste no arriesgarte, quizá tenías miedo de quitarle el ritmo frenético que guía al texto, peor eso ha sido un error. Deberías haberlo hecho.

[JOE]
No sé si realmente tenía la historia en la cabeza desde el principio, casi te diría que no porque soy escritor de brújula y, aunque ahora estoy corrigiendo esa tendencia para equilibrarla con algo de planificación, en los tiempos que escribí Penitencia (hace más de dos años), me lanzaba a escribir como quien se adentra en un bosque que desconoce. Apuntas que la obra merecía una mayor y más profunda revisión y probablemente tengas razón, porque llegó un momento en el que Penitencia comenzó a "agobiarme" y decidí finiquitarlo. Ahora bien, en el planteamiento de personajes, decido darles esas pinceladas porque mi idea es abrirle campo a la imaginación del lector. Es como señalar un camino pero dejar en manos del que lee si quiere ir más allá. Lo que ocurre es que yo sí creía que había bastante información para sostener al personaje dentro de la trama, tu comentario me hace pensar que quizás no sea así...

[Innsmouth]
Quizá haya gente que te lo haya dicho ya y no le hayan dado importancia. Pero la identidad del segador huele desde demasiado pronto. A veces eso no importa,,. pero aquí sí, creo que sí importa. Es un vacío evidente. Canta demasiado que te detengas en cada uno de los personajes, incluso dentro de los más peregrinos: personajes secundarios con una función limitada, y que dejes de lado a uno que debería ser imprescindible... y sí, me dirás que ese es el segador, pero no, hablamos del inspector, hablamos de jugar con el lector, de mantenerlo en ascuas, de engañarlo de buenas, no solo con la prodigiosa y bien llevada mala leche que destila el argumento, las escenas; también con un mecanismo de ofuscación que mantuviera a cubierto el desenlace
(Una mala leche, un riesgo que has asumido y que creo que es de lo mejorcito del libro, que lo define y lo pone por encima de la media, junto al argumento, sin demasiado esfuerzo)

[JOE]
No sé si te refieres cuando hablas del Segador, al su identidad o a otro aspecto. Si te refieres al de su identidad real, te tengo que decir que no, la gente que lo ha leído me confiesa que como mucho era un posible candidato pero que no lo vieron realmente claro. Con el Segador quise perfilar un personaje malo, profundamente mal sin justificaciones de ningún tipo y dejarlo ahí para que el lector se formara sus propias conclusiones. Ocurre igual con Gregorio. Y es que estoy convencido de la existencia del Mal sin que medie trastorno o contextos que lo originen o agudicen. De todos modos, repito lo que te decía antes: esa era mi intención, que lo haya conseguido ya es harina de otro costal.

[Innsmouth]
Deberías haber dado más protagonismo al pueblo. Los sucesos acaecidos en él tienen una fuerza increíble, pero quedan desdibujados, demasiado esparcidos a través de diferentes capítulos, y no es que esté mal, que no lo está, es que además de eso, en mi opinión, se necesitaban uno o dos capítulos extras que los aglutinaran, capítulos duros con el tono desgarrador de algunos ya escritos. En el fondo estás hablando de loq ue ha llevado al segador y a muchos otros personajes a ser lo que son, a que les afecte la tragedia de la manera que lo hace.

[JOE]
El pueblo, me da que pensar tu comentario porque nada más leerlo se me ha ocurrido que podría haberle dedicado un capítulo a hacer historia sobre el mismo. De hecho, dejo a lo largo del texto algunos indicios que creo que se pierden como el del parentesco entre algunos de los personajes que mucha gente no ha captado...

[Innsmouth]
También creo que "la agencia, la compañía" es un comodín tramposo. Sí debe estar, pero aparece demasiadas veces facilitándoles las cosas a los protagonistas, privándolos de un esfuerzo que daría más solidez a la obra. Cuando hay una duda, un muro, en lugar de buscar como autor una salida bien urdida, parece que hayas querido tomar el camino fácil... como por arte de magia hay una entidad superior que todo lo sabe y que saca del atolladero a los investigadores (si tan ominisciente es, por qué necesita de los investigadores, de su destreza, le bastaría con meras marionetas, es un poco paradójico, facilón) El ejemplo claro está cuando apuntan a Kike al pueblo.

[JOE]
La Agencia quizás sea omnisciente, pero ha de permitir que sus "agentes" recorran sus caminos. Si me lo permites,y eso que he dicho siempre que Penitencia no es una obra de carácter religioso, me gustaría recurrir a la Biblia y decirte que "los caminos del Señor son inescrutables" XDDD. Pero vale, quizás haya alguna ocasión en que me haya venido muy bien la presencia de la agencia.

[Innsmouth]
Lo cierto es que te digo todo esto porque después de leer El Enviado pasé a considerarte un buen punto de futuro en este mundillo, un autor a tomarme muy en serio. veo potencial, mucho, ya sé que suena presuntuoso, pero es que ando harto de la manía de lamer culos que lo contamina todo. Parece que por el mero hecho de que los escribamos los del entorno, el resultado es bueno, está bien escrito, es chulo, se deja leer, me ha encantado... y todos los lugares comunes que están muy bien, pero que no aportan nada al escritor, que no lo aguijonean, que no lo fustigan a buscar errores, oportunidades de mejora. Estoy harto de leer bazofia tras bazofia y ver, sorprendido, que la camarilla nos lamemos el culo sin ser capaces de mostrar el mínimo juicio crítico sonríe y no para de dar palmaditas en la espalda..

Y Penitencia no es mala, sobresale. Tu manera de narrar es buena, tu capacidad para arriesgarte, para crear es notoria... y por eso consideraba justo cogerte un día de los pelos, cogerte y decirte lo que pensaba.

Espero no cabrearte demasiado. Creo que es una crítica constructiva, quizá presuntuosa, pero toda crítica lo es, en el fondo es pensar que tú, como crítico, lo hubieras hecho mejor... pero claro, sin tener los cojones de hacerlo, pues es fácil hablar desde la barrera.

Ya me contarás o me mandarás al carajo.

Pero sigue escribiendo, sigue porque lo haces bien.

JM

[JOE]
Ya te comenté que acepto las críticas desde el momento en que quiero publicar. La tuya me demuestra que has leído Penitencia con atención y te has tomado tu tiempo para redactar tus conclusiones. Solo por eso te estoy agradecido., En cuanto a lo que apuntas,como has visto, hay cosas con las que estoy de acuerdo y otras con las que no tanto.Pero cabrearme, para nada.
Un saludo y tenemos pendiente una cerveza.

jueves, enero 27, 2011

El circo de la familia Pilo, de Will Elliot

Aire fresco.

Tienes dos días para pasar la audición. Será mejor que la pases, colega. Vas a unirte al circo. ¿A que es la mejor noticia que te han dado nunca?» Este ultimátum, en boca de un trío de payasos psicóticos, arroja a Jamie al terrorífico universo alternativo del circo de la familia Pilo, un mundo limítrofe entre el infierno y la tierra desde el que se han perpetuado las mayores tragedias de la humanidad. Sin embargo, en este lugar poblado por seres espantosos, grotescos y monstruosos en el que la violencia y el salvajismo son la norma, Jamie descubre que su peor enemigo es él mismo. Cuando se aplica el maquillaje blanco en la cara se transforma en J. J., el payaso más despiadado de todos. Y J. J. quiere a Jamie muerto...

De acuerdo, no es una obra maestra. No es una de esas novelas que te dejan marcado de por vida. Pero supone una novedad reluciente entre el ramillete poco vistoso de pachangas que corren por ahí. No hay zombis, No hay ni un átomo de eso que se ha venido a llamar romance sobrenatural.
Ni vampiros. Ni adolescentes con problemas. Ni un enigma esotérico que puede cambiar el rumbo de la historia. Solo imaginación y una visión fresca y hasta cierto punto original del terror.

En la biografía del autor se lee que comenzó a escribir la novela al serle diagnosticada esquizofrenia. Toda la narración está teñida por este hecho. Quizá nos muestra que no es sino el producto de un intento de interpretar, exorcizar o comprender dicha afección. Aunque quizá sea mejor hablar de una catarsis, de una terapia de choqué para comprender, para dibujar en un universo imaginado, desquiciado, peligroso mediante brochazos de aquello que torturaba su propia mente: dudas, miedos, prevenciones. Cada uno de los personajes, desde el protagonista en su dicotomía, hasta el último de los engendros descritos son como metáforas de los demonios interiores de autor.

Alguna vez he dicho que uno de los mecanismos de terror que más nos afectan son aquellos que ponen en entredicho, a través de las andanzas y la esencia de los personajes, nuestro equilibrio mental, nuestra visión de la realidad, y sobre todo la visión que tenemos de nosotros mismos. Elliot juega con ese mecanismo, lo sublima y lo aleja de su estructura más habitual: lo trastoca convertido en una narración acelerada, derrochando acción, mala leche y un sentido muy cáustico del humor y del miedo.

No es una novela redonda. Se nota que es primeriza, pero da igual, las virtudes pueden con los pocos defectos: la prisa que a veces recorre los párrafos y las acciones, un cierto desorden formal, un no profundizar en algunos de los personajes que hubieran dado bastante juego...

Poco ayudan las comparaciones que se han venido haciendo, más tópicas y con evidente ánimo comercial: King, Lovecraft. Elliot posee una forma muy particular de narrar, tendrá sus influencias, como las tiene cualquier narrador, pero las que se presentan con bombo y platillo desmerecen más que ayudan.

De lo mejor que he leído últimamente dentro del género.
Uno disfruta de una ralea de personajes inolvidables, frescos, vesánicos...

miércoles, enero 19, 2011

Aquelarre en prensa

Aquelarre, la antología dedicada al género de terror publicada por Salto de Página, donde aparezco con mi relato "Cosecha de huesos", aparece en la sección de cultura del diario ABC.

Y no se nos maltrata, no se nos ningunea. Cosa asombrosa. Quizá algo está cambiando.